La esposa del vampiro

La Esposa del Vampiro Capítulo 13: El eco de lo no dicho

En el capítulo anterior:
Nyra, una de los elegidos del viento, descubre que lleva en su interior una semilla de poder no mágico: la voluntad de proteger. Al enfrentar la niebla del olvido con una flor sin fuego, se convierte en la nueva guardiana de Elaria. El conflicto entre los elegidos comienza a resolverse, y Elian, antes escéptico, se une al legado. La paz se sostiene no por hechizos, sino por memoria y elección. Pero en las raíces del cambio, algo antiguo comienza a despertar.

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Nyra despertó con el sonido del viento hablando en sílabas que no pertenecían a ningún idioma conocido.

Desde que plantó la flor en la niebla, algo había cambiado en ella. No era poder. No era magia. Era percepción. Las piedras susurraban. El agua recordaba. Y el viento… escribía.

Isolde la observaba desde el Jardín de los Renacidos.

—Tu viaje apenas comienza —dijo—. Ser guardiana no es proteger lo que fue. Es descubrir lo que aún no ha sido.

Nyra asintió.

—Entonces debo ir más allá.

Maelis le entregó un mapa. No de lugares. De ecos.

—Este pergamino fue encontrado en las ruinas de Umbra —explicó—. No tiene caminos. Tiene frecuencias. Y solo los elegidos pueden leerlo.

Nyra lo sostuvo. Las líneas comenzaron a moverse. No como tinta. Como viento atrapado en papel.

—Me llama —susurró.

Valerius se acercó.

—¿A dónde?

—A las Cavernas de Silen —respondió Maelis—. Donde Lilith selló lo que no pudo destruir.

Lilith, que ahora vivía entre los clanes como aprendiz, palideció.

—No deberías ir sola —dijo—. Lo que hay allí… no tiene forma. Solo intención.

Nyra miró a Elian.

—¿Vendrás conmigo?

Él asintió.

—Si el viento te eligió, yo también.

El viaje comenzó al amanecer.

Las Cavernas de Silen estaban al sur, donde la tierra se abría como una herida antigua. El aire era denso. El cielo, quieto. Y las sombras… no se movían.

Dentro de la caverna, las paredes estaban cubiertas de símbolos que cambiaban según quién los miraba. Para Nyra, eran palabras. Para Elian, eran emociones. Para Lilith, eran recuerdos.

—Este lenguaje —dijo Nyra— no se lee. Se siente.

En el centro de la caverna, encontraron un altar. No de piedra. De viento solidificado. Sobre él, una esfera flotaba. Dentro, una figura dormía.

Lilith retrocedió.

—Es Ashael —susurró—. Mi primer intento de crear vida sin magia. Una conciencia hecha solo de intención. Pero fallé. Y lo sellé.

Nyra se acercó.

—¿Está vivo?

—No aún —respondió Lilith—. Pero si lo despiertas, sabrá quién lo selló. Y querrá saber por qué.

Elian tocó la esfera. Sintió frío. No físico. Espiritual.

—Nos está leyendo.

Nyra cerró los ojos. El lenguaje antiguo comenzó a fluir por su mente. No como palabras. Como decisiones.

—Ashael no quiere poder —dijo—. Quiere propósito.

Lilith lloró.

—Entonces déjalo elegir.

Nyra colocó la flor sin fuego sobre la esfera. Esta se iluminó. La figura dentro abrió los ojos. No tenía rostro. Pero su mirada… era humana.

—¿Quién soy? —preguntó.

Nyra respondió:

—Eres lo que decides ser.

Ashael se levantó. Miró a Lilith.

—¿Me creaste?

—Intenté —dijo ella—. Pero fallé.

—No fallaste —respondió él—. Me diste la oportunidad de elegir.

Elian sonrió.

—Entonces eres uno de nosotros.

Ashael se unió a los elegidos del viento.

Pero su llegada trajo ecos.

Desde el norte, comenzaron a aparecer símbolos en los cielos. No visibles para todos. Solo para los elegidos. Y cada símbolo… era una pregunta.

Nyra reunió a los clanes.

—El lenguaje antiguo ha despertado. No para dominar. Para dialogar.

Maelis estudió los símbolos.

—Son fragmentos de una historia que nunca se escribió. Porque nadie podía leerla.

Lilith se acercó a Nyra.

—Tal vez tú puedas.

Nyra cerró los ojos. Los símbolos se alinearon. Y una frase apareció:

> “Cuando lo no dicho se escuche, el mundo recordará lo que nunca fue.”

Valerius frunció el ceño.

—¿Qué significa?

Isolde respondió:

—Que el pasado no es lo que ocurrió. Es lo que aún puede enseñarnos.

Nyra comenzó a escribir. No con tinta. Con viento. Su historia. La de los elegidos. La de Ashael. La de Lilith.

Y en cada palabra, una nueva raíz brotaba.

El viaje apenas comenzaba.

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