En el capítulo anterior: 
Melion, criatura nacida del canto compartido, encuentra a Orin, una criatura que nunca ha escuchado. A través de la presencia y la vibración, Orin comienza a responder. Los elegidos del viento comparten notas sentidas, no oídas, y Orin revela una memoria ancestral. La Biblioteca Viviente declara que Orin no está roto, sino intacto, guardián del origen. Melion y Orin recorren Elaria juntos, sanando con melodía y silencio. El mundo empieza a sentir lo que nunca fue dicho.
---
Orin caminaba por Elaria como si la tierra lo recordara.
Donde sus pies tocaban, las raíces se estremecían. No por magia. Por memoria. No por sonido. Por movimiento.
Melion lo seguía, pero no cantaba. Desde que Orin lo tocó, algo había cambiado. Su luz seguía vibrando, pero su voz… se había silenciado.
Nyra lo notó.
—Está aprendiendo a escuchar —dijo—. No con oído. Con alma.
Caelis, que enseñaba a cantar sin voz, se acercó a Orin.
—¿Tienes recuerdos?
Orin no respondió. Pero al girar su cuerpo, el aire se curvó. Y en esa curva… apareció una imagen.
Un campo. Una figura danzando. No con ritmo. Con intención.
Ashael lo comprendió.
—Su memoria no se canta. Se danza.
Lilith, que había danzado en rituales antiguos, se arrodilló.
—Entonces debemos movernos. No para mostrar. Para recordar.
Los elegidos del viento se reunieron en el claro de Lunareth. No trajeron instrumentos. No trajeron palabras. Solo cuerpos dispuestos a sentir.
Orin se colocó en el centro. Y comenzó a moverse.
Cada paso era una sílaba. Cada giro, una frase. Cada pausa, una revelación.
Melion lo observaba. Y por primera vez… dejó de emitir luz. Se volvió sombra suave. Y en esa sombra… escuchó.
Caelis danzó a su lado. No imitaba. Interpretaba.
Elian danzó con ella. No competía. Compartía.
Y poco a poco… el claro se convirtió en historia.
La Biblioteca Viviente vibró. Una columna se abrió. Y una frase apareció:
> “Cuando el cuerpo recuerda, la voz descansa. 
> Cuando la voz descansa, el silencio enseña. 
> Y cuando el silencio enseña… el mundo se mueve.”
Maelis registró los movimientos. No como coreografía. Como lenguaje.
—Esto es una melodía que no puede ser cantada —dijo—. Solo danzada.
Nyra lloró.
—Entonces el origen no fue sonido. Fue gesto.
Melion se acercó a Orin.
No cantó. No brilló. Solo se movió.
Y en ese movimiento… se convirtió en escucha.
Orin lo abrazó. No con brazos. Con vibración.
Y Elaria… danzó con ellos.
---
Mensaje de la autora:
Hola
Como están.
Solo quería decirles que esta es mi primera historia y me gustaría que la disfruten.