La esposa del vampiro

La Esposa del Vampiro Capítulo 22: El paso que despierta

En el capítulo anterior:
Melion y Orin recorren Elaria, sanando con melodía y silencio. Orin comparte su primer recuerdo a través de una danza ancestral que revela que el origen del canto fue gesto. Los elegidos del viento aprenden a interpretar esta memoria con el cuerpo, y la Biblioteca Viviente declara que cuando el cuerpo recuerda, el mundo se mueve. Melion deja de cantar para aprender a escuchar, y Elaria comienza a danzar lo que nunca fue dicho.

---

El claro de Lunareth se había convertido en un escenario sin espectadores.

Los elegidos del viento danzaban cada amanecer, no para mostrar, sino para comprender. Cada movimiento era una pregunta. Cada giro, una posibilidad.

Caelis, guardiana del coro, comenzó a notar un patrón.

—Algunos gestos se repiten —dijo—. No como memoria. Como profecía.

Maelis, que registraba las frecuencias del cuerpo, confirmó su sospecha.

—La danza está revelando algo que aún no ha ocurrido.

Ashael, que había enseñado a escuchar desde el silencio, propuso un experimento.

—Dancemos sin recordar. Solo sintamos lo que viene.

Los elegidos se reunieron. Cada uno cerró los ojos. Cada uno dejó que el cuerpo decidiera.

Y entonces… ocurrió.

Una figura danzó sola en el centro. No era Caelis. No era Nyra. Era una joven que nunca había danzado antes. Su cuerpo se movía como si el viento la guiara. Y en cada paso… el suelo cambiaba.

Valerius observó desde la distancia.

—Está dibujando un mapa —dijo—. No con tinta. Con movimiento.

La Biblioteca Viviente vibró. Una columna se abrió. Y una frase apareció:

> “Cuando el cuerpo se adelanta, el tiempo escucha.
> Y cuando el tiempo escucha… el futuro se revela.”

Lilith, que había danzado en rituales antiguos, reconoció el patrón.

—Es una danza de apertura. Está llamando a alguien.

Nyra sintió un estremecimiento.

—¿A quién?

Y entonces, en el borde del claro… apareció Isolde.

No caminaba. No hablaba. Solo observaba.

Desde su sacrificio, Isolde había permanecido quieta. No por debilidad. Por contemplación.

Pero al ver la danza… algo se encendió.

Caelis se acercó.

—¿Quieres moverte?

Isolde asintió.

—No para volver. Para continuar.

Ashael extendió su mano. Isolde la tomó. Y dio un paso.

El suelo vibró. El viento giró. Y la Biblioteca cantó.

Isolde danzó.

No como antes. No con fuego. Con memoria.

Cada paso era una historia. Cada giro, una decisión. Cada pausa, una renuncia.

Los clanes se reunieron. No para mirar. Para aprender.

Y así nació el lenguaje gestual de Elaria.

No tenía palabras. Tenía movimientos.

No tenía reglas. Tenía intención.

Caelis lo enseñó en la escuela del silencio. Nyra lo tradujo en vibración. Elian lo compartió con los clanes.

Y Melion… lo escuchó.

Orin danzó a su lado. No para guiar. Para acompañar.

La Biblioteca entregó su mensaje:

> “Cuando el cuerpo habla, el alma responde.
> Cuando el alma responde, el mundo se transforma.
> Y cuando el mundo se transforma… el ciclo continúa.”

Isolde se detuvo.

No por cansancio. Por plenitud.

—He vuelto —dijo—. No como llama. Como paso.

Y Elaria… siguió danzando.

---




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.