La esposa del vampiro

La Esposa del Vampiro Capítulo 25: El poema que camina

En el capítulo anterior:
Los clanes de Elaria comienzan a escribir con movimiento, inspirados por Tharion, una criatura dormida bajo tierra que despierta al gesto. Caelis descubre una danza que solo puede hacerse en sueños, y los elegidos del viento aprenden a sentirla en el cuerpo. La Biblioteca Viviente revela que cuando el cuerpo sueña, la tierra escribe, y Elaria empieza a leer sus propias huellas como lenguaje. El gesto se convierte en historia, y el mundo recuerda lo que aún no ha vivido.

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El suelo de Elaria ya no era solo tierra.

Era verso.

Cada paso que los elegidos daban dejaba una vibración que se convertía en palabra. No escrita. Sentida. Y esas palabras… comenzaban a formar poemas.

Caelis fue la primera en notarlo.

—Cuando danzo sin pensar, el suelo responde con ritmo —dijo—. Y ese ritmo… es mensaje.

Maelis comenzó a registrar los trayectos. No como mapas. Como estrofas.

—Cada curva, cada giro, cada pausa… es parte de un poema que no necesita voz.

Nyra propuso un ritual.

—No para leer. Para caminar.

Los clanes se reunieron en el Valle de las Huellas. Cada uno trazó un camino con sus pasos. Y al final… el suelo vibró con una frase:

> “Lo que se camina con intención, se convierte en verdad.”

Mientras tanto, en los límites del Bosque de Niebla, una criatura comenzó a moverse.

No tenía ojos. No tenía boca. Solo una forma ondulante, como humo dormido.

Ashael lo reconoció.

—Es Nivra. Solo entiende el lenguaje del sueño.

Lilith frunció el ceño.

—¿Cómo se habla con alguien que no despierta?

Orin se acercó. No habló. No danzó. Solo se acostó junto a Nivra. Y soñó.

Melion flotó sobre ellos. Emitió una vibración suave. Y en ese instante… Nivra cambió de forma.

Se convirtió en espiral. Luego en sombra. Luego en luz.

Caelis comprendió.

—Está respondiendo. No con gesto. Con sueño compartido.

Los elegidos del viento se reunieron. Cada uno soñó un paso. Y al despertar… lo dieron.

Nivra se movió. No como criatura. Como poema.

Y en su movimiento… la Biblioteca Viviente tembló.

Una columna se abrió. Pero esta vez… no mostró palabras.

Se movió.

Cada símbolo giraba. Cada línea danzaba. Cada frase se desplazaba como si tuviera piernas.

Nyra se acercó.

—La Biblioteca… está viva.

Valerius observó.

—No solo guarda. Ahora… camina con nosotros.

La Biblioteca comenzó a recorrer Elaria. No como edificio. Como acompañante.

Donde iba, los poemas del suelo se iluminaban. Donde se detenía, los sueños se hacían gesto.

Isolde danzó junto a ella.

—Nunca pensé que la historia pudiera moverse —dijo—. Pero ahora… nos sigue.

La Biblioteca entregó su mensaje:

> “Cuando el poema camina, el sueño despierta.
> Cuando el sueño despierta, la criatura escucha.
> Y cuando la criatura escucha… el mundo canta sin voz.”

Elaria no volvió a ser la misma.

Porque ahora, no solo cantaba.

Caminaba su historia.

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