La Esposa Equivocada

Matrimonio forzado

Paola miraba por la ventana de su pequeño departamento, sumida en su desesperación. La habían despedido de su trabajo y no tenía dinero para pagar los gastos del hospital de su madre. El ahorro que tenía ya no existía. Estaba en una situación lamentable.

La brisa soplaba con fuerza, haciendo más dramática la escena. Había llorado hasta la última lágrima. La lluvia empezó a caer torrencialmente. Le dolía el hecho de no saber qué más hacer. Escuchó el sonido de unos tacones acercándose y se giró rápidamente.

—¡Hola, Paola! —Miró a la mujer de pies a cabeza. Vestía de manera elegante, como de costumbre. Ella no pertenecía a ese lugar—. Necesito hablar contigo, querida sobrina —murmuró la mujer.

No confiaba en su tía; nunca se había preocupado por ella y mucho menos por su madre enferma.

—¿Qué haces aquí? —preguntó Paola, con algo de molestia en su voz—. Odias este tipo de lugares. Puedes regresar por donde viniste, tía. Podrías enfermarte por estar en un lugar como este.

Una sonrisa escalofriante se dibujó en los labios color rojo de la mujer. Su vestido, en tono rosa palo, la hacía lucir encantadora y hermosa a la vista, pero en su interior era completamente diferente.

—Te tengo un trato. Te pagaré muy bien si haces lo que te pido. Ya sabes, algo sencillo.

—Mi madre está muy enferma, tengo que cuidar de ella. Así que disculpa que rechace tan generosa oferta.

—Somos familia, ¿acaso lo olvidas? Simplemente quiero ayudarte, a ti y a tu madre.

Su tía nunca se había acercado a ellos por ser pobres. Ella estaba casada con su padre, un hombre con dinero, quien había dejado a su madre a su suerte, sin nada, para casarse con su hermana. No podía negar que la mujer era realmente hermosa.

—¿Ayudarme? Tengo cuatro años de estar luchando con mi madre enferma y nunca han querido ayudarme. ¿Qué te hizo cambiar de opinión? —replicó la chica, furiosa.

—Esta tarde será tu matrimonio —le dijo la mujer, como si se tratara de cualquier cosa—. No puedes negarte. En este momento ni siquiera tienes para el hospital. Además, sin esa cirugía, difícilmente ella podrá vivir más tiempo.

Paola no podía creer lo que salía de la boca de su tía. Esa mujer realmente estaba loca.

—No, estás loca. No pienso casarme con un desconocido.

—Pagaré la cirugía de tu madre. Además, te daré un buen dinero. Estarás bien.

La chica se quedó en shock. No podía creer lo que acababa de escuchar. Eso era una locura total. De seguro había algo turbio detrás de todo eso.

—No lo haré —replicó, molesta.

—No soy estúpida, Paola. No tienes ni un centavo en la bolsa. Te despidieron hace unas semanas y no has podido pagar la factura del hospital, ¿no es verdad?

Ella sabía que la mujer tenía razón, pero no pensaba acceder a esa locura. ¡Casarse! Jamás había pensado en eso.

—No puedo. Lo mejor será que te vayas de aquí.

La mujer caminó de manera elegante y se sentó en el sofá. Cruzó las piernas; no podía aceptar un “no” por respuesta.

—Yo me ocuparé de los gastos del hospital, pero tienes que hacer lo que digo.

—Esto no es justo. Es tu hermana, deberías ayudarla, al menos por el cargo de conciencia.

—¿Aceptas o no? —preguntó la mujer con fastidio—. Además, tu madre en este momento está siendo trasladada a otro hospital. Si no haces lo que digo, no volverás a verla, y sé que no quieres eso, ¿verdad?

Paola le dio una mirada filosa a la mujer. Tomó su celular y llamó al hospital rápidamente. Le informaron que su madre había sido trasladada, pero no tenían más información.

—¿Cómo pudiste? —preguntó, molesta.

—Simplemente te estoy ayudando a tomar la decisión correcta.

Quería golpear a la mujer por haberse atrevido a tanto. Trató de controlarse; no tenía más opciones, en realidad.

Asintió con la cabeza. No tenía dinero y su madre se encontraba muy enferma. Debía aceptar. Si no hacía lo que decía su tía, lo más probable era que cumpliera su palabra.

—Cuando hayas terminado el trabajo, mi hija tomará su lugar y tú serás libre. No puedes hablar nada de esto con nadie o tendrás serios problemas conmigo.

—¿Qué debo hacer? —preguntó, derrotada.

—Debes tomar el lugar de mi hija y casarte con Leonard King. Necesito que te ganes su corazón. Cuando hayas hecho esto, te daré suficiente dinero para que vivas de por vida. Pero te lo advierto: no puedes enamorarte de él. Debes fingir ser Pamela. ¿Qué opinas?

—¿Crees que ese hombre es tan imbécil para no darse cuenta de que le das a la esposa equivocada? —le dijo con sarcasmo.

—No. Ustedes son gemelas, así que son realmente idénticas, como dos gotas de agua. Nadie lo notará —le respondió la mujer con total tranquilidad.

🌸🌸🌸🌸🌸🌸

—¿Señorita Pamela, le gusta el vestido? —La chica la observaba expectante mientras sostenía el hermoso vestido blanco frente a ella—. Es momento de empezar a arreglarse, ¿no quiere llegar tarde a su boda, verdad?

La chica se veía muy emocionada. Ahora ella era Pamela, tenía que jugar bien su papel. Suspiró con tristeza.

Se q’itó el camisón blanco y se colocó el vestido con total delicadeza. La chica comenzó a maquillarla.

Cuando terminó, fue llevada a un enorme salón. Había personas vestidas con trajes elegantes, y la decoración era realmente hermosa.

Paola estaba algo nerviosa. Sabía que todo podía terminar muy mal. No conocía al novio de su hermana; era la primera vez que iba a verlo.

La música del piano sonó de fondo, anunciando la entrada de la novia. Eso la sacó de sus pensamientos. Dio un par de pasos con torpeza; el vestido era muy grande y podía hacerla tropezar.



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En el texto hay: romance, matrimonio falso, sustituta

Editado: 01.08.2025

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