La Esposa Equivocada

Banquete de bodas

Janet estaba en su departamento algo molesta. Imaginarse a su novio casándose con la estúpida de Pamela era como recibir una cachetada en el rostro. Su habitación era un completo desastre en ese momento; había descargado su ira con todo lo que había a su alrededor.

Ella debía ser la dueña y señora de todo, no esa estúpida mujer sin clase. Janet era muy hermosa, además de modelo y una actriz muy reconocida por los medios, pero la madre de su novio la odiaba, y su abuelo nunca la aceptó. Leonard no tuvo más opciones que casarse con esa estúpida para obtener su herencia.

Terminó estrellando la copa de vino que tenía en sus manos contra la pared. Estaba realmente disgustada. Su empleada entró rápidamente, algo asustada por el ruido del cristal quebrándose. Temía por la seguridad de su jefa.

—¿Señorita, se encuentra bien? —preguntó la mujer, observando el desorden en la habitación. No podía permitir que su jefa estuviera triste. Al día siguiente tenía una audición importante, y eso podía afectar su rendimiento.

—Limpia y no preguntes nada —gritó enojada.

La chica la observó por unos segundos. Su jefa se veía muy estresada, y eso no era bueno. Podía afectar su delicado rostro.

—Jefa, el señor King la ama mucho. Usted misma lo sabe. Nunca le ha fallado. Tiene que confiar en él. Dijo que vendría, y lo hará. Sabe que no ama a esa otra mujer. Se casó con ella por compromiso.

Janet observó a su empleada por unos segundos. Sabía que tenía razón. Su novio nunca le había fallado. Llevaban tres años de noviazgo. Era una estúpida por desconfiar de él a esas alturas. Le había demostrado tener ojos solo para ella. Debía calmarse.

Se arregló el vestido y el maquillaje. Tenía que estar hermosa para él, sin importar nada. Su matrimonio era una farsa, y ella lo sabía. En realidad, todos en la ciudad lo sabían. Tomó su celular y miró las noticias. Había fotos de su novio junto a su nueva esposa. Apretó los puños con fuerza. Iba a hacer que Pamela viviera un infierno.

El timbre del departamento sonó en toda la habitación. Una sonrisa se dibujó en sus labios. Era él, tenía que ser él. Su corazón empezó a palpitar con fuerza. Había venido por ella, no le había fallado.

—Date prisa, por favor. No haga esperar al joven. De seguro está ansiosa por verlo, mi señora.

Janet estaba de buen humor, así que no le gritó como de costumbre a su empleada. Corrió rápidamente escaleras abajo. Quería verlo, besarlo y hacerlo olvidar a la estúpida de Pamela.

Cuando llegó frente a la puerta, puso su cara de tragedia. Quería que su novio sintiera pena por ella. Tenía que sentirse culpable por su sufrimiento.

Abrió la puerta, y una lágrima resbaló por su mejilla. Su novio la observó preocupado. Se acercó y la abrazó con fuerza. Se sentía mal por hacer sufrir a su querida novia. La pobre chica tenía los ojos hinchados.

—En realidad, lo siento, amor. Sabes que no tuve elección. Era eso o perder el apoyo de mi familia.

Tomó su barbilla y la miró fijamente. Besó los labios de la chica apasionadamente. Sabía que era algo doloroso para ella, saber que se había casado con otra mujer. Quizás las cosas cambiarían un poco de ahora en adelante.

—Quiero que me acompañes esta noche. Quiero dejarles muy claro que tú eres la persona que amo.

La chica rodeó el cuello de su novio con sus brazos y le dio un beso en los labios. Todo este tiempo estuvo preocupada por nada. Era una tonta. Él la amaba a ella. Solo tenía que ser muy paciente. En un par de años, Pamela solo sería un mal recuerdo en la vida de ambos.

Para su desgracia, la familia de Leonard no la aceptaba. Su abuelo tenía la última palabra, así que se vio obligado a casarse con esa mujer. Caminó a su habitación y se arregló rápidamente. Estaba emocionada por salir con él. De seguro su esposa estaría molesta.

Leonard tomó la mano de su novia y la escoltó hasta su coche como todo un caballero. Ella subió, y él hizo lo mismo. Tenía la reservación del banquete de bodas. Era privado. Solo su familia más cercana estaría presente.

Su chófer miró a la mujer, pero no dijo nada. Empezó a conducir hasta el lugar indicado. Se detuvo frente a uno de los hoteles más lujosos de toda la ciudad, propiedad de la familia King.

Janet bajó del auto con una sonrisa encantadora. Los de la prensa corrieron a su encuentro. Su novio le extendió la mano, y ella la tomó. Empezaron a caminar en dirección al hotel. Era obvio que mañana todo estaría en los titulares. Los flashes de las cámaras se veían en todas direcciones.

La mujer se sentía realmente feliz. ¿Qué iba a decir Pamela cuando viera las noticias? De seguro estaría muy molesta. Entraron al enorme salón. La decoración era realmente hermosa. Sintió un poco de envidia. La primera en verlos fue Kara, la hermana de Leonard. A simple vista, parecían una pareja muy enamorada.

La chica le dio una mirada fría a la mujer que venía de la mano de su hermano. Janet era una desvergonzada. ¿Cómo se atrevía a ir a ese lugar? Era el banquete de bodas de su hermano, y ella era la amante.

—¿Dónde está tu esposa, querido hermano? —preguntó la chica en tono frío y sin ningún tipo de filtro—. Se supone que ella debía estar aquí, no tu amante.

—Estaba cansada, así que vine con mi novia. ¿Por qué te preocupas? —respondió tranquilamente.

—¿Acaso estás loco? —se quejó la madre de Leonard—. ¿Dónde está Pamela? Al menos tu esposa no me cae tan mal como esta víbora.

Janet se dio cuenta de que no era bienvenida en ese lugar. Su novio podía amarla, pero su familia la odiaba. Se tragó sus palabras. Era mejor no decir nada y evitar los problemas.

Mientras todo esto sucedía a kilómetros de distancia, Paola estaba en la mansión, sentada en la enorme habitación que le habían asignado. Era demasiado lujosa, incluso más grande que su antiguo departamento. La familia King vivía muy bien. Una sirvienta la ayudaba a quitarse el maquillaje y todo lo que traía encima.



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En el texto hay: romance, matrimonio falso, sustituta

Editado: 01.08.2025

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