La Esquina

3

La conexión profunda

El camarero, que estaba recogiendo los cristales rotos del vaso, la miró de reojo.

–¿Todo bien, señorita? –le preguntó con amabilidad.

Carlota asintió, forzando una sonrisa.

–Sí, gracias.

El camarero, sin embargo, parecía dudar. Se acercó un poco más, como si quisiera compartir algo, pero finalmente se limitó a seguir con su tarea. Esa ligera vacilación no pasó desapercibida para Carlota.

Al cabo de unos minutos, decidió marcharse. Mientras recogía su bolso, sintió que alguien la observaba. Giró la cabeza hacia una de las mesas del fondo y vio a un hombre mayor, uno de los jugadores de cartas que había estado allí la otra noche. Estaba solo esta vez, y aunque su mirada no era hostil, había algo en ella que la hizo sentir incómoda.

Al pasar junto a él en su camino hacia la puerta, el hombre le dirigió un leve asentimiento.

–Ten cuidado –murmuró, apenas audible, pero lo suficiente como para que Carlota se detuviera en seco.

–¿Perdón? –preguntó, girándose hacia él.

El hombre negó con la cabeza, como si se hubiera arrepentido de hablar.

–Nada, hija. Que tengas un buen día.

Carlota sintió un escalofrío mientras salía al aire fresco de la calle. Por alguna razón, el bar, que antes le había parecido un refugio acogedor, ahora tenía un aire opresivo, como si escondiera secretos que no estaban destinados a ser descubiertos.

Subió a su coche, pero antes de arrancar, se quedó mirando la puerta del bar a través del retrovisor. En el cristal, reflejado por la luz tenue del interior, podía ver al camarero hablando con el hombre mayor. Ambos parecían mantener una conversación seria, con gestos discretos pero firmes.

¿Qué está pasando aquí?

Sacudió la cabeza, tratando de despejar los pensamientos que la invadían, y se concentró en el camino de vuelta a casa. Sin embargo, a medida que conducía, las preguntas no dejaban de acumularse. ¿Por qué le importaba tanto? ¿Qué tenía ese sobre que podía alterar tanto a Marcos? Y, sobre todo, ¿qué significaban las palabras del hombre del bar?

Esa noche, mientras intentaba dormir, las imágenes del encuentro no dejaban de aparecer en su mente: los ojos grises de Marcos, el sobre, el hombre mayor, y aquella última mirada del camarero. Todo parecía conectado, pero ¿cómo?

Carlota se prometió a sí misma que encontraría las respuestas.

Se despertó temprano, el eco de la conversación del bar aún resonando en su mente. Había algo innegable en la conexión que sentía con Marcos, pero ese sobre… ese sobre y la tensión que lo rodeaba la atormentaban.

Sin tiempo para pensar demasiado, recibió un mensaje en su móvil. Era Luna: "Hoy desayuno en nuestro lugar favorito. ¡Apúrate!" Carlota sabía que Luna no aceptaría un "no" como respuesta, así que se vistió rápidamente y salió.

Al llegar al café donde solían reunirse, Luna ya estaba allí, disfrutando de su cappuccino y hojeando un libro. Pero cuando Carlota se sentó frente a ella, Luna levantó la vista y arqueó una ceja.

–¿Todo bien? Pareces como si hubieras visto un fantasma.

Carlota titubeó, pero decidió ser sincera.

–Ayer fui al bar donde conocí a ese chico... Marcos. Estaba ahí, otra vez. Y.… pasó algo raro.

Luna dejó el libro a un lado, interesada.

–Cuenta.

Carlota resumió lo sucedido: el sobre misterioso, la repentina tensión de Marcos y el extraño comentario del hombre mayor.

–¿Crees que es algo malo? –preguntó Luna, claramente intrigada.

–No lo sé. Pero hay algo extraño. Quiero saber más de él.

Antes de que Luna pudiera responder, Alex apareció, con una sonrisa despreocupada.

–Buenos días, chicas. ¿De qué hablan?

Carlota y Luna intercambiaron miradas. Carlota decidió no mencionarlo.

–Nada importante –respondió.

Sin embargo, por dentro, Carlota sabía que ese "nada" se convertiría en algo grande. Decidida, sacó su móvil y buscó en internet el nombre del bar. Quizás algún comentario o información local pudiera darle una pista sobre lo que estaba ocurriendo allí.

Una página con opiniones del bar apareció. La mayoría eran comentarios sobre el café excelente y el ambiente acogedor, pero uno llamó su atención: "Este lugar guarda secretos más allá de lo que se ve a simple vista."

Carlota sintió un escalofrío. ¿Qué secretos? Hizo clic, pero el comentario no daba más detalles.

—Debo volver—murmuró para sí misma, pero Luna la escuchó.

–¿Al bar? Carlota, si esto te preocupa tanto, al menos no vayas sola.

Carlota asintió, pero sabía que necesitaba enfrentar esto por su cuenta. Algo en ese lugar, en Marcos, y en ese sobre, no la dejaría en paz hasta que descubriera la verdad.

El resto de la mañana transcurrió entre risas y charlas, pero Carlota no podía apartar de su mente la sensación inquietante que le había dejado el encuentro en el bar. Después de clase, en lugar de ir a casa como hacía normalmente, se desvió hacia el café de 24 horas. Estaba decidida. No iba a dejar que su curiosidad la devorara más.




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