La Esquina

9

Distancia y reencuentro

La vuelta a la ciudad trajo consigo el inevitable final de esa etapa. Carlota partió días después, dejando a Marcos con una mezcla de orgullo y vacío. Luna y Álex continuaron explorando su relación, aunque con la sensación de que había algo más grande acechando, algo que requeriría más esfuerzo y claridad.

El grupo mantuvo su conexión a través de mensajes y videollamadas, pero todos sabían que la distancia tenía una forma de cambiar las cosas. No era algo malo, pero sí diferente.

Una noche, mientras Carlota trabajaba en su estudio en el extranjero, recibió una llamada de Luna.

–¿Cómo estás? –preguntó Luna, con su tono despreocupado habitual, aunque Carlota detectó algo más en su voz.

–Bien, creo –respondió Carlota–. Ha sido mucho trabajo, pero estoy aprendiendo mucho. ¿Y tú?

Luna guardó silencio por un momento antes de responder. –Álex y yo hemos decidido tomarnos un tiempo.

Carlota dejó de dibujar, sorprendida. –¿Un tiempo? ¿Por qué?

–No lo sé. Siento que nos estamos forzando a seguir un camino que no sabemos si queremos recorrer. Ambos necesitamos claridad.

Carlota sintió una mezcla de tristeza y preocupación. –Luna, lo siento. Pero estoy segura de que lo resolverán.

–Tal vez –respondió Luna, con una sonrisa débil–. Pero por ahora, necesito centrarme en mí. Creo que es lo mejor para ambos.

Mientras tanto, Marcos y Álex fortalecieron su amistad en ausencia de las chicas, encontrando apoyo mutuo en una etapa que se sentía incierta. Una noche, mientras jugaban videojuegos en casa de Marcos, Álex decidió abrirse.

–¿Crees que esto es solo una pausa o el final definitivo? –preguntó, refiriéndose a su relación con Luna.

Marcos reflexionó antes de responder. –No lo sé. Pero creo que, si algo he aprendido, es que las cosas importantes encuentran la manera de regresar. Tal vez necesitan ese tiempo para entender lo que quieren realmente.

–Espero que tengas razón –dijo Álex, dejando caer el mando sobre la mesa–. Porque, aunque no lo diga mucho, la extraño.

El tiempo continuó avanzando, y con él, nuevas oportunidades y desafíos. Carlota comenzó a destacar en su carrera artística, mientras Luna se sumergió en su trabajo, redescubriendo su identidad fuera de su relación con Álex. Marcos, por su parte, empezó a trabajar en un proyecto que lo apasionaba, pero siempre mantuvo contacto constante con Carlota, aunque la distancia a veces hacía que la conexión se sintiera tenue.

Un año después, el grupo recibió una noticia que los reunió nuevamente: una invitación a una exposición de Carlota en su ciudad natal.

El evento no solo marcó el regreso de Carlota, sino también una oportunidad para que todos se reencontraran en un momento de sus vidas en el que cada uno había cambiado profundamente.

Mientras Carlota colgaba la última pieza en la galería, no pudo evitar pensar en la fogata, en el trozo de madera enterrado en la arena. "Pase lo que pase." La promesa seguía viva, aunque ahora, más que nunca, sabía que cumplirla requeriría esfuerzo y vulnerabilidad.

El día del evento, Carlota se sintió abrumada por una mezcla de emociones. Mientras recorría la galería, saludando a colegas y amigos, su mirada siempre volvía al grupo que estaba en el centro de la sala: Marcos, Luna y Álex, reunidos como si el tiempo no hubiera pasado. Había algo reconfortante en verlos juntos, pero también una inquietud que no lograba definir.




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