La Esquina

10

El eco del tiempo

Marcos fue el primero en acercarse a ella. Su sonrisa era cálida, y sus ojos reflejaban una mezcla de orgullo y algo más profundo, algo que Carlota no podía descifrar.

–Esto es increíble, Car –dijo él, mientras ambos observaban una de sus piezas–. Estoy tan orgulloso de ti.

Carlota sonrió, sintiendo un calor familiar en su pecho. –Gracias. No habría llegado hasta aquí sin ti.

Marcos negó con la cabeza suavemente. –Siempre fue tu camino, Carlota. Yo solo estaba aquí para recordártelo.

La conversación, aunque breve, dejó una marca en Carlota. Se dio cuenta de que, aunque habían mantenido contacto, la distancia había creado un espacio entre ellos que ahora parecía insalvable.

Por otro lado, Luna y Álex se mantuvieron juntos durante gran parte del evento, pero sus interacciones eran cuidadosas, casi calculadas. Luna notó que Álex la miraba más de lo habitual, como si buscara algo que ella no estaba segura de poder darle en ese momento.

–Te ves bien –dijo Álex de repente, mientras ambos observaban una escultura abstracta.

Luna se giró hacia él, sorprendida por la sinceridad en su tono. –Gracias. Tú también.

La conversación fue breve, pero dejó un aire de melancolía. Aunque se habían prometido seguir siendo amigos, ambos sabían que su relación seguía siendo un terreno complicado.

Las semanas posteriores a la exposición permitieron que cada uno procesara lo que habían experimentado.

Para Carlota, el éxito de su exposición fue agridulce. Aunque había logrado un hito importante en su carrera, no podía ignorar la sensación de vacío que la perseguía. Decidió quedarse en la ciudad por un tiempo, buscando reconectar con el grupo y, sobre todo, con ella misma.

Una tarde, mientras tomaba café con Luna, Carlota expresó algo que llevaba días reflexionando.

–¿Alguna vez sientes que, aunque logres lo que siempre soñaste, todavía falta algo?

Luna la miró fijamente, comprendiendo exactamente a qué se refería. –Todo el tiempo. Creo que es porque siempre estamos en movimiento, siempre buscando lo siguiente. Pero eso no significa que lo que tenemos no sea suficiente. A veces, solo necesitamos detenernos un momento para verlo.

Las palabras de Luna resonaron en Carlota, y decidió que necesitaba encontrar un equilibrio entre su ambición y su vida personal.

Para Marcos, la vuelta de Carlota trajo consigo una oleada de emociones encontradas. Aunque se alegraba de tenerla cerca otra vez, también sentía que había una distancia emocional que no sabía cómo cerrar. Decidió concentrarse en su proyecto, una iniciativa para llevar programas artísticos a escuelas rurales, algo que lo llenaba de propósito.

Un día, mientras hablaba con Álex sobre su trabajo, este último hizo una observación que lo dejó pensando.

–Pareces más feliz cuando hablas de esto –dijo Álex, mientras ambos arreglaban unas cajas de materiales–. Es como si esto fuera lo que realmente necesitas.

Marcos sonrió, asintiendo. –Lo es. Pero a veces me pregunto si estoy dejando de lado otras cosas importantes en el proceso.

–Como Carlota –dijo Álex, sin rodeos.

Marcos se detuvo, sorprendido por la precisión del comentario. –No sé si estamos en el mismo lugar ahora. Y no quiero forzar algo que debería fluir naturalmente.

Álex, con una sonrisa comprensiva, respondió: –A veces no es cuestión de forzar, sino de intentarlo. Si no lo haces, siempre te preguntarás qué podría haber sido.

Para Luna y Álex, el reencuentro también marcó un punto de inflexión. Aunque ambos intentaban mantener su amistad, los sentimientos que aún persistían complicaban las cosas. Una noche, mientras caminaban juntos después de una reunión con el grupo, Luna decidió ser honesta.

–Álex, creo que tenemos que hablar.

Él se detuvo, metiendo las manos en los bolsillos. –Eso suena serio.

–Lo es –respondió Luna, con un tono más suave de lo habitual–. Sé que hemos intentado mantener esto como algo casual, pero creo que los dos sabemos que hay cosas que no hemos resuelto.

–¿Y qué crees que deberíamos hacer? preguntó Álex, mirándola fijamente.

Luna suspiró, mirando las luces de la calle. –Tal vez necesitamos tiempo, pero esta vez con un propósito. Para entender realmente lo que queremos, no solo en esta relación, sino en nuestras vidas.

Álex asintió, aunque el dolor en sus ojos era evidente. –Si eso es lo que necesitas, lo respeto. Pero quiero que sepas algo: siempre estaré aquí, Luna. Pase lo que pase.

El grupo comenzó a adaptarse nuevamente a sus dinámicas cambiantes, pero esta vez con una madurez renovada. Carlota y Marcos encontraron pequeños momentos para reconectar, mientras Luna y Álex exploraban lo que significaba realmente estar separados.

Poco a poco, sus caminos comenzaron a divergir de nuevo, pero esta vez con la promesa de que, aunque cambiaran, el vínculo que compartían siempre estaría ahí.

Un salto hacia el futuro: cinco años después.

El grupo se reúne nuevamente, esta vez en circunstancias completamente diferentes. Sus vidas han tomado caminos inesperados, y el reencuentro trae consigo preguntas sobre cómo han cambiado y qué significa ahora su relación.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.