La Esquina

22

La elección que lo cambió todo

Después de varios días de reflexionar sobre lo que había pasado entre ellos, Carlota pensó que las cosas finalmente empezaban a estabilizarse. Habían acordado darse un espacio para respirar, pero ambos sabían que eso no significaba que su amor se desvaneciera. Al contrario, cada día que pasaba, la certeza de lo que sentían el uno por el otro parecía crecer más fuerte. Sin embargo, el futuro, esa cosa intangible que siempre parecía estar esperándolos, les traía algo más grande que ambos debían enfrentar.

Una tarde, mientras Carlota estaba en su estudio trabajando, recibió una llamada que no esperaba. Era Luna.

–¿Carlota? Necesito que escuches esto –dijo Luna, con un tono de urgencia que la hizo fruncir el ceño.

–¿Qué pasa?

–Es Marcos. Ha sido ofrecido un trabajo en otra ciudad. Es una oportunidad increíble para él, pero… Luna vaciló por un momento. –Carlota, me siento terrible diciéndote esto, pero… no sé qué hacer. Él está decidido a aceptarlo, y no quiere que nada lo detenga.

El teléfono se volvió pesado en la mano de Carlota. "No, no puede ser," pensó, pero las palabras de Luna continuaron resonando en su mente.

–¿Qué significa esto para nosotros? –preguntó, sintiendo que el mundo comenzaba a desmoronarse a su alrededor.

–No lo sé –respondió Luna, con una tristeza palpable en su voz–. Solo sé que está tomando decisiones rápidamente, y no me ha dejado hablar con él. Carlota, creo que no está pensando en lo que podría significar para su relación.

Carlota cerró los ojos, sintiendo un nudo en el estómago. "Esto no puede estar pasando," pensó. La idea de perder a Marcos, de que la vida los separara por algo que ni siquiera podía controlar, le causaba un dolor que no sabía cómo gestionar. Pero sabía que tenía que hablar con él. Tenía que entenderlo, aunque no fuera lo que quería oír.

Esa noche, Carlota fue a ver a Marcos. El apartamento de él parecía igual de acogedor que siempre, pero algo había cambiado en el aire. La tensión estaba allí, invisible, pero palpable. Cuando ella llegó, Marcos la recibió con una sonrisa, pero sus ojos no podían esconder la preocupación que llevaba consigo.

–Hola –dijo Marcos, intentando sonar casual, pero Carlota podía ver que algo lo aquejaba.

**–Hola –respondió ella, su voz ligeramente tensa. Se acercó, dándose cuenta de que su corazón latía con fuerza por la ansiedad. –¿Por qué no me has dicho nada de esto?

Marcos la miró, su rostro serio, como si hubiera estado esperando este momento. –Lo estaba esperando. Carlota, me ofrecieron un trabajo increíble, y después de pensarlo mucho, creo que debo aceptarlo.

Carlota se quedó inmóvil por un momento, procesando las palabras de Marcos. ¿Un trabajo? ¿Y esto significaba que se mudaría a otra ciudad? –Marcos, ¿no puedes ver lo que esto significaría para nosotros?

Marcos bajó la cabeza, consciente de que lo que había propuesto no solo los afectaba a él. –Lo sé, pero no puedo dejar pasar esta oportunidad. No quiero que me detengas, pero quiero que lo entiendas. Este trabajo es lo que siempre he querido, lo que he soñado. No puedo dejarlo ir.

Carlota sintió cómo las lágrimas amenazaban con salir, pero se obligó a no mostrarlas. Se acercó a él, buscando en sus ojos alguna señal de que él veía lo que esto significaba. –¿Y nosotros? ¿Y lo que tenemos? ¿No significa nada?

Marcos la miró, y por primera vez en todo ese tiempo, Carlota vio la duda en sus ojos. –No quiero perderte. Pero siento que esto es algo que tengo que hacer. Tal vez no haya una forma fácil de hacerlo, pero lo siento, Carlota, necesito hacerlo.

El dolor atravesó a Carlota como una corriente fría. "Lo está eligiendo," pensó, mientras sentía que todo lo que había construido con él comenzaba a resquebrajarse. Sabía que él no lo hacía por maldad. Sabía que Marcos no quería lastimarla, pero algo en su interior le decía que tal vez no podía seguir sacrificando su amor por las oportunidades que la vida le ofrecía.

–Entonces… ¿eso es todo? ¿Nos vamos a dejar ir tan fácilmente? La voz de Carlota temblaba, pero luchaba por mantenerse firme. –No puedo hacer esto, Marcos. No puedo ver cómo te alejas.

Marcos, con el rostro lleno de arrepentimiento, la tomó de las manos. –Carlota, por favor… no lo hagas más difícil. Este trabajo es lo que siempre soñé, y no sé si lo haré bien sin intentarlo.

–¿Y nosotros? –preguntó Carlota, casi con desesperación, mientras sentía que su mundo se desmoronaba a su alrededor.

Marcos la miró, incapaz de dar una respuesta clara, y eso fue lo que más dolió. Carlota lo empujó suavemente hacia atrás, rompiendo el contacto entre ellos. –No sé si puedo seguir adelante si todo lo que hago es esperar que decidas volver.

Pasaron los días, pero la distancia emocional entre ellos se fue haciendo más grande. Carlota trató de mantenerse ocupada, concentrándose en su arte, pero cada vez que pasaba por la cafetería donde solían verse o veía el lugar en el que una vez se habían prometido que no se perderían, sentía que el dolor la ahogaba. Marcos no había vuelto a llamarla. Tampoco había buscado una forma de acercarse.

Esa noche, cuando Carlota llegó a su apartamento, se dejó caer en el sofá. Había pasado toda la tarde mirando su teléfono, esperando un mensaje de él que nunca llegó. Su mente se llenó de pensamientos oscuros y aterradores: "¿Y si esto es lo último? ¿Y si nos perdemos por completo?"




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.