Ella lo espera cada día en la estación de trenes, la única que posee la ciudad de Cardona. Lo observa en silencio, oculta detrás del viejo roble que da hacia el bosque que se encuentra frente al edificio. Lo añora con el alma, desde la primera vez que lo vio cruzar frente a ella ese día melancólico de octubre cuando la joven acababa de llegar al lugar, por primera vez.
Aún recuerda el perfume amargo que la rodeó como una nube colándose bajo su vestido. Aún recuerda el color azulado de sus ojos con unas pequeñas motitas de color verde. Se decía que eran los ojos más bellos que había visto en sus cortos diecinueve años. Él la ayudó cuando la correa de su bolso se rompió logrando que todo lo que llevaba dentro se esparciera por el suelo junto al tren que aguardaba a su próxima salida. Recuerda el cómo su sonrisa la dejó sin habla, completamente anonadada y ajena a sus alrededores. El carisma innegable de aquel hombre podía hacer caer a cualquiera en sus brazos y así fue con ella. Recuerda cuando su corazón latió desbocado cuando su mano rozó la de ella sin previo aviso y ese fue su fin. Se prometió en ese instante que, sea lo que sea, quería a ese hombre sólo para ella, que haría lo que fuera para que así sea.
Es por eso que lo observa, para evitar que vuelva a mirar a alguien más como lo había hecho con ella esa primera vez. Se dijo así misma que incluso le perdonaría todo excepto una traición. Y así fue, le perdonó esa noche cuando la arrastró hacia este bosque, cuando ella le regaló su cuerpo sin pudor junto a este mismo roble y luego éste se llevó consigo mismo el último rastro de vida que la joven disponía.
Ahora lo acecha a él, y a cada chica que se cruza por su camino. Percibe con atención el cómo su atractivo las atrae y las enloquece hasta rendirse a sus pies. Observa en silencio antes de atacarlas cuando él se va hacia la parte trasera de la estación a buscar el cuchillo. Porque él es el dueño del lugar, porque lo tiene todo bajo su poder.
Y porque ella será su última.
La última a la que tocaría con esas manos, la última a la que miraría antes de que la oscuridad la atrapara. Él no puede querer a nadie más que no sea ella y así será incluso si debe hacerlo todo ella misma.
Ella se las lleva a todas sin dejar rastro para enterrarlas donde nadie podrá encontrarlas. Es casi como si ambos trabaran en un equipo en conjunto sin que él lo sepa. Cada mujer que aparece en su camino y cae en su trampa escribe su final sin darse cuenta. El hombre piensa que ellas se van y eso le está cansando. Se dice a sí mismo que no dejará escapar a la próxima cuando el momento llegue porque ha pasado mucho desde la última vez que su necesidad fue saciada.
Pero poco él sabe que su vida ahora está condenada junto a la de ella, y el cómo en secreto, la joven planea el día en que él será el siguiente, sólo para que experimente en carne propia lo que se siente.
Ambos llevan sus pecados en la espalda, es por eso que ambos se merecen por siempre.