Capítulo 2
El sonido de la notificación fue tan suave que casi lo ignoro.
Estaba absorta, mirando por la ventana, viendo cómo la lluvia comenzaba a golpear con fuerza los cristales. Había algo reconfortante en esos días grises, como si el mundo entero bajara el volumen y me permitiera respirar un poco más despacio.
Volví la vista a la pantalla, esperando que por arte de magia las palabras decidieran aparecer, pero en su lugar, ahí estaba: una notificación de mensaje.
No era un nombre conocido. Solo un número, sin foto de perfil, sin historial.
Dudé un segundo antes de abrirlo.
Hola… No sé si esto va a llegar a ti, pero tenía que intentarlo.
Fruncí el ceño. ¿Un error? ¿Spam? ¿Alguien que se equivocó de número? Estuve a punto de ignorarlo, pero algo —una sensación en el pecho, una intuición tonta— me detuvo.
Escribí una respuesta corta:
¿Quién eres?
Pasaron unos minutos de silencio. Pensé que ahí quedaba todo. Pero entonces…
Digamos que alguien que leyó una de tus historias… y no pudo olvidarla.
Mi corazón dio un pequeño salto.
¿Cómo? ¿Alguien que leyó una historia mía? Eso no tenía sentido. Yo no publicaba nada. Todo lo que escribía quedaba guardado en carpetas ocultas, como secretos que solo yo conocía.
Mi pulso se aceleró. Tecleé con rapidez:
¿Dónde la leíste? Yo no he publicado nada.
Otra pausa.
La encontré. No sé cómo explicarlo. Pero no fue una casualidad.
Sentí un escalofrío recorrerme la espalda.
La lluvia golpeaba con más fuerza. Afuera, el mundo seguía igual. Pero dentro de mí, algo había comenzado a cambiar. Como si una puerta que no sabía que existía se hubiera abierto apenas un poco… lo justo para dejar entrar lo desconocido.
No sabía quién estaba al otro lado del mensaje.
No sabía cómo alguien podía haber leído algo que jamás compartí.
Pero lo que sí sabía, era que ese mensaje no era un error.
Era el comienzo de una historia que, esta vez, no iba a escribir yo sola.