Capítulo 6
El camino hasta la casa de mis padres me pareció más largo de lo habitual. Tal vez porque, por primera vez en mucho tiempo, no estaba yendo solo por costumbre.
Estaba buscando algo.
No sabía qué esperaba encontrar en esa libreta. Tal vez nada. Tal vez solo páginas llenas de pensamientos olvidados. O tal vez… algo que me explicara por qué un desconocido sabía de su existencia.
Cuando llegué, mi madre me recibió con una sonrisa sorprendida.
—¿Y esta visita inesperada?
—Solo pasé a buscar unas cosas —respondí con la mejor excusa que se me ocurrió.
Ella no preguntó más. Sabía que yo siempre había sido reservada con mis pensamientos.
Subí a mi antigua habitación y abrí el armario, donde aún estaban algunas cajas de mi adolescencia. Me llevó un rato, pero finalmente la encontré: una libreta roja, gastada por los años, con las esquinas dobladas y el lomo un poco suelto.
Me senté en el suelo, sintiendo que mis manos temblaban un poco al abrirla.
Las primeras páginas eran exactamente como las recordaba. Frases sueltas, ideas sin terminar, garabatos en los márgenes. Pero cuando pasé unas cuantas hojas, encontré algo que no esperaba.
Una página escrita con una letra que no era la mía.
El aire se volvió pesado a mi alrededor.
Las palabras eran pocas, pero me helaron la sangre.
"Siempre supiste que iba a encontrarte."
Mi respiración se volvió irregular.
Pasé la mano por la tinta, como si pudiera borrar lo que veía. Pero no era una ilusión. Esa frase estaba ahí. Y lo peor de todo…
No recordaba haberla visto antes.
No recordaba que nadie más hubiera tocado esta libreta.
Y sin embargo, alguien lo había hecho.
El teléfono vibró en mi bolsillo.
Un nuevo mensaje.
> ¿La encontraste?
No respondí.
Porque, por primera vez, me di cuenta de algo.
Esta historia no era solo mía.
Nunca lo había sido.