Capítulo 9
El nombre seguía ahí.
Cada vez que lo miraba, sentía un escalofrío recorrerme la espalda. No porque fuera desconocido. Sino porque mi mente se negaba a darle un rostro.
Sabía que debería recordarlo.
Pero no podía.
Cerré la libreta y apreté los puños. Esto no podía ser normal. ¿Cómo era posible que un nombre me resultara tan familiar y, al mismo tiempo, completamente ajeno?
El teléfono vibró.
Un nuevo mensaje.
> “Ya lo viste.”
Tragué saliva.
> “¿Quién es?”
La respuesta llegó enseguida.
> “Lo sabés.”
Negué con la cabeza, aunque nadie podía verme.
> “No. No lo sé.”
Esta vez, el mensaje tardó más. Como si la persona del otro lado estuviera dudando.
> “Mirate en el espejo.”
El frío que sentí no tuvo explicación.
Me puse de pie con un movimiento torpe y caminé hacia el espejo de mi habitación. Mi reflejo me devolvió la mirada, igual que siempre. Pero mientras más lo observaba, más extraña me sentía.
Como si estuviera viendo a alguien más.
Como si esa persona… estuviera viéndome a mí.
Y entonces, un recuerdo cruzó mi mente.
Un instante fugaz.
Un susurro de una voz que no reconocía, pero que me erizó la piel.
"Prometiste que no me olvidarías."
Di un paso atrás, con la respiración agitada.
Algo estaba muy mal.
Porque, de repente, supe que ese nombre en la libreta no era el de alguien más.
Era mío.