Capítulo 13
El mensaje seguía en la pantalla.
> "Demasiado tarde."
Lucía y yo nos miramos en silencio.
No sabía qué me asustaba más: el mensaje en sí, o el hecho de que ella asegurara no haberlo enviado.
—Esto no tiene sentido —susurré, con el corazón acelerado—. ¿Qué significa “demasiado tarde”? ¿Para qué?
Lucía negó con la cabeza.
—No sé… pero siento que ya lo he leído antes.
Mis ojos se abrieron de golpe.
—¿Qué?
Ella se llevó las manos a las sienes, como si le doliera la cabeza.
—No sé. Es solo… una sensación. Como un déjà vu.
Respiré hondo.
—¿Y si intentamos recordar juntas?
Lucía me miró con duda, pero asintió.
—Está bien.
Cerramos los ojos.
Traté de concentrarme en cualquier recuerdo, en cualquier indicio de que ya habíamos pasado por esto antes.
Y entonces, la vi.
No era un recuerdo claro. Era un destello, como un parpadeo en mi mente.
Yo sosteniendo esta misma libreta.
Lucía a mi lado.
Las dos escribiendo algo… algo que no podía leer.
Abrí los ojos de golpe.
Lucía también jadeó.
—Yo… te vi.
—Yo también.
Se nos heló la sangre.
Algo estaba muy mal.
Pero antes de que pudiéramos procesarlo, todo a nuestro alrededor cambió.
Las voces en la cafetería se apagaron.
Los colores se volvieron más opacos, como si alguien hubiera bajado la saturación del mundo.
Y el reloj en la pared…
Las manecillas se movían hacia atrás.
Lucía tomó mi mano con fuerza.
—Nos están viendo.
Mi piel se erizó.
—¿Quiénes?
Pero antes de que pudiera responder, mi celular vibró de nuevo.
Otro mensaje.
> “Corran.”
No lo pensamos dos veces.
Nos pusimos de pie y salimos corriendo de la cafetería.
No miramos atrás.
Porque, en el fondo, sabíamos que si lo hacíamos…
Veríamos algo que no debíamos ver.