La estación del silencio

Sin rastro

Capítulo 14

Corrimos sin mirar atrás.

No sabíamos qué nos perseguía, pero lo sentíamos.

El aire se volvió más denso, como si algo invisible tratara de ralentizarnos. La ciudad, a nuestro alrededor, parecía la misma… pero algo no encajaba.

Las calles estaban demasiado vacías.

El cielo era de un gris opaco, sin una sola nube en movimiento.

Como si todo estuviera congelado en el tiempo.

Lucía apretó mi mano con fuerza.

—No podemos seguir corriendo sin saber de qué huimos —jadeó, mirando a su alrededor.

Respiré hondo, tratando de calmar mi corazón acelerado.

—Tenemos que encontrar una respuesta. Algo que explique qué está pasando.

Lucía asintió.

—Hay alguien que tal vez pueda ayudarnos.

Fruncí el ceño.

—¿Quién?

Ella tragó saliva.

—Mi abuela.

Me sorprendió su respuesta.

—¿Tu abuela?

Lucía asintió con nerviosismo.

—Siempre ha dicho cosas extrañas, cosas que parecían sin sentido… pero ahora creo que podría saber algo.

No teníamos otra opción.

Nos dirigimos a su casa, un lugar que, según recordaba, siempre tenía el aroma a té y libros viejos.

Pero cuando llegamos, algo no estaba bien.

La puerta estaba entreabierta.

Lucía intercambió una mirada conmigo antes de empujarla lentamente.

El interior estaba en penumbra.

—Abuela —llamó Lucía en voz baja.

No hubo respuesta.

Avanzamos con cautela, cada paso resonando en el silencio.

Y entonces la vimos.

Su abuela estaba sentada en su sillón favorito, con la mirada fija en nosotras.

Como si nos estuviera esperando.

Su voz fue apenas un susurro.

—Las han encontrado otra vez.

Lucía y yo nos estremecimos.

—¿Qué? —pregunté con la garganta seca.

La anciana nos miró con tristeza.

—No es la primera vez que llegan hasta aquí.

El mundo pareció tambalearse bajo mis pies.

—¿Cómo que no es la primera vez?

Ella suspiró.

—Esta historia ya ha sucedido antes. Y cada vez que se acercan demasiado a la verdad… la historia comienza de nuevo.

Mi respiración se volvió errática.

—No… no entiendo.

La abuela inclinó la cabeza.

—Tal vez esta vez sea diferente. Tal vez esta vez sí logren escapar.

Nos miró con intensidad y dijo algo que nos heló la sangre.

—Pero deben darse prisa. Porque el tiempo se está acabando.



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En el texto hay: escritora y desaparición misteriosa

Editado: 05.04.2025

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