Capítulo 17
El aire en la habitación se volvió denso, casi irrespirable.
Lucía me miraba con el ceño fruncido, esperando que dijera algo.
Pero no podía.
Las palabras en el cuaderno seguían ardiendo en mi mente.
"Lucía no siempre es Lucía."
Mi amiga dio un paso hacia mí.
—Dime que no estás creyendo eso.
Traté de responder, pero mi voz se quedó atrapada en mi garganta.
Lucía entrecerró los ojos.
—Soy yo. Lo sabes, ¿verdad?
Asentí… pero no estaba segura.
Ella suspiró con frustración y tomó el cuaderno de mis manos, hojeándolo rápidamente.
—¿Quién escribió esto? ¿Tú? ¿Yo? ¿Otra versión de nosotras?
La abuela nos observaba en silencio.
—Tal vez no es cuestión de quién lo escribió —murmuró—, sino de por qué dejó esa advertencia.
Lucía se tensó y cerró el cuaderno con un golpe seco.
—No podemos seguir dudando la una de la otra.
Respiré hondo, tratando de ordenar mis pensamientos.
—Entonces dime algo… algo que solo tú sabrías.
Lucía parpadeó, sorprendida.
—¿En serio me estás poniendo a prueba?
No respondí. Solo la miré, esperando.
Ella apretó los labios y desvió la mirada.
Un segundo.
Dos.
Cinco.
—Lucía…
—Espera —interrumpió, pasando una mano por su cabello—. Estoy pensando.
Mi piel se erizó.
Eso no era normal.
Si realmente era Lucía, habría respondido sin dudar.
Mi corazón empezó a latir con fuerza.
La abuela me observó con tristeza.
—Ya lo sientes, ¿verdad?
Lucía me miró de nuevo, con una sonrisa nerviosa.
—Claro que soy yo. Solo… me tomaste por sorpresa.
Pero su voz tenía un matiz diferente.
Apenas perceptible, pero ahí estaba.
No supe qué fue lo que me empujó a hacerlo, pero mi cuerpo reaccionó antes que mi mente.
Retrocedí un paso.
Lucía frunció el ceño.
—¿Qué estás haciendo?
Mi pecho subía y bajaba rápidamente.
—Demuéstramelo.
Un silencio pesado cayó sobre la habitación.
Y entonces, Lucía sonrió.
Pero no era su sonrisa.
Era una que nunca antes había visto.
Lenta.
Calculadora.
Fría.
Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo.
Porque en ese momento supe la verdad.
No era Lucía.
O al menos… no la Lucía que yo conocía.