Capítulo 18
El aire se sintió más pesado.
La sonrisa de "Lucía" seguía ahí, clavada en su rostro como una máscara mal colocada.
—¿Qué pasa? —preguntó, con un tono suave, demasiado calmado.
No respondí.
Mis piernas querían moverse, quería correr, alejarme de ella… de eso.
Pero estaba congelada.
"No confíes en lo que ves."
La abuela nos miraba en silencio.
Pero no con miedo.
Sino con resignación.
—Siempre llega este momento —murmuró.
Mi piel se erizó.
—¿Qué?
La anciana me miró directamente a los ojos.
—Corre.
Y fue lo único que necesité para reaccionar.
Mi cuerpo se movió por instinto.
Me giré y corrí hacia la puerta.
—¡No! —La voz de "Lucía" cambió en un instante. Dejó de sonar familiar. Ahora era más… áspera.
Mis manos temblaban mientras intentaba abrir la puerta, pero estaba atorada.
Sentí un tirón en mi brazo.
—¡No puedes huir de esto! —su voz se distorsionó, como si fuera varias voces a la vez.
Me di la vuelta, con el corazón latiéndome en la garganta.
La figura frente a mí todavía se parecía a Lucía… pero algo estaba mal.
Su piel parecía más pálida.
Sus ojos…
Dios.
No eran sus ojos.
Eran dos pozos oscuros, sin fondo, sin alma.
—No tienes que hacer esto difícil —susurró, acercándose más.
Intenté forcejear, pero su agarre era fuerte.
No era Lucía.
No era humana.
—¡Suéltame! —grité, pateando con fuerza.
Por un segundo, sus dedos se aflojaron.
Y eso fue suficiente.
Me solté y corrí hacia la ventana.
No me importó nada.
Solo salté.
El aire frío me golpeó el rostro.
Caí al suelo con un golpe seco, el dolor recorriendo mi costado.
Pero estaba viva.
Me giré, jadeando, mirando la ventana del segundo piso.
Ahí estaba.
La sombra con la forma de Lucía.
Observándome.
Sonriendo.
Y luego, con un tono dulce, como si fuera un simple juego, dijo algo que hizo que mi sangre se congelara.
—Nos volveremos a ver.
Y entonces… desapareció.