Capítulo 20
La foto aún temblaba entre mis dedos.
La silueta al fondo parecía moverse cada vez que la miraba.
No era solo una sombra.
Era algo más.
Algo que había estado observándonos todo este tiempo.
Lucía está en el otro lado.
Y yo tengo que entrar.
Volví al cuaderno. Había una página marcada con un símbolo que no recordaba haber dibujado nunca.
Un círculo rodeado por líneas rotas, como una luna quebrada.
Debajo, una frase escrita en tinta roja:
"Cuando el reloj marque las 3:33, busca el reflejo más antiguo."
El reloj…
Miré la hora.
3:12 a. m.
Tenía poco más de veinte minutos.
El reflejo más antiguo.
No sabía qué significaba exactamente. Pero recordé algo:
en el pueblo, había una casa abandonada al borde del lago.
Antigua. Cubierta de hiedra.
Y, en su interior, un espejo enorme cubierto por una sábana.
No dudé.
Corrí hacia allí.
El viento soplaba fuerte, como si el mismo pueblo quisiera que no llegara.
Pero llegué.
Empujé la puerta con fuerza.
Las maderas crujieron bajo mis pies.
Todo seguía igual.
Subí al segundo piso.
Ahí estaba.
El espejo.
Quité la sábana.
Y me encontré a mí.
Pero no era yo.
La chica al otro lado del espejo tenía la misma ropa, el mismo rostro…
Pero su mirada estaba vacía.
Como si llevara siglos atrapada ahí.
Me acerqué, hipnotizada.
Y entonces, el reloj marcó las 3:33.
El espejo… vibró.
No hay otra forma de explicarlo.
Vibró como si respirara.
Y mi reflejo… sonrió.
—Por fin —susurró—. Estás lista.
Y antes de que pudiera reaccionar, el cristal se quebró en mil pedazos sin romperse del todo.
Y una fuerza invisible tiró de mí.
No tuve tiempo de gritar.
Solo sentí el frío.
El vértigo.
Y luego…
Oscuridad.