La Estrada Y El Fantasma De Maglina

CAPÍTULO 4. LA VIDA DENTRO DE UN HOSPITAL

Las niñas no interactuaban con Bonitofi, al igual que ella, se encontraban cada una en mecanismo de auto protección, la interacción con un nuevo integrante era para desconfiar, sin embargo, la situación delicada no mostraba oportunidad para tener amigos.

Bonitofi tomo sus maletas, su paracaídas de mochila, vio una litera sola en la esquina, se hecho sobre la cama, puso su paracaídas en su rostro e inicio nuevamente a llorar.

Algunas niñas la veían, intentaban acercarse y otras no lo hacías.

Dos de esas niñas se posaron a un lado de la cama, Bonitofi levanto la mirada, se limpió las lágrimas y las recibió.

Las dos se presentaron una se llamaba Celaya y la otra Ambiz.

Celaya: tu eres la nueva (era alta, cuerpo fornido y cabello corto, piel morena y ojos negros) ah pobre de ti (se sentó a un borde de la litera).

Ambiz: wow, que cabello más hermoso tienes, un parentesco familiar, como si fueras un pequeño cordero. (Tomo uno de sus flequillos y lo froto contra su rostro) jaja, eres muy suave (era joven y pequeña, piel clara, cabello café y se encontraba bien vestida).

Bonitofi: eso te causa cosquillas, sería lo contrario en mi caso.

Ellas dos continuaron hablando para mejorar el estado de ánimo de Bonitofi, sin embargo el shock había pasado el miedo de golpe se había apaciguado, pero era demasiado confuso aun sin saberlo ahí estaba ella, ahí, justo como las demás, era demasiado cruel terminar así como tan rápido había caído en la trampa

Bonitofi: ¿también a ustedes?

Celaya: si, todos fueron por la misma causa, alguien convenció a nuestros padres de comprar un estúpido servicio de internado como un grupo de ayuda mutua, cuando llegamos encontramos a este hospital abandonado, fue una trampa total, al igual que tu caso nos atraparon por la fuerza. Todas tuvieron la misma suerte. Todas fueron sus sirvientas.

Bonitofi: ¿han escapado?

Celaya: si, pero han regresado a este Hospital y no en agradables condiciones, desde afuera nos vigilan.

Bonitofi: que les sucedió.

Celaya: esto (paso su pulgar por su cuello) y sus cuerpos fueron desechados.

Ambiz: pero no es malo, la vida en este lugar continua, ya lo veras te acostumbraras.

Bonitofi: tú te vez muy joven.

Ambiz: tengo 12 años de edad.

Celaya: es la más joven de todas.

Celaya y Ambiz le hablaron de las actividades que Bonitofi tendría que realizar.

Le dieron su uniforme de sirvienta que Cirujano se lo daba a cada uno de ellas como si fuera un grupo escolar, la acompañaron al baño y ella se probó eso con desagrado.

Celaya: eres de talla pequeña.

Ambiz: estamos a la misma altura.

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Los días pasaron dentro de ese infierno, se podría decir que el miedo al entrar el primer día a una institución laboral genera miedo a los compañeros, miedo al ambiente y miedo al trabajo, por su parte, esto no era nada planeado, Bonitofi siguió con las indicaciones de las otras chicas esperando que nada le hiciera daño.

Se encargaba de preparar la alimentación, el café, el té y limpiar el desastre de Gordo y Cirujano.

Gordo: tú la enana ven (se refería a Bonitofi, le hablaba mientras se encontraba sentado en su silla de madera, saco de su bolso un puro) ¿crees que a este lugar le falta algo de diversión?

Bonitofi encendió el puro con una cerilla que siempre cargan las sirvientas para encender velas cuando hay falta de luz, cuando hizo esto no pronuncio ninguna palabra, Gordo no se quedaría solo, de un rápido movimiento le golpeo el trasero.

Bonitofi: ¡ahh! (del susto su corazón se aceleró e incluso sentía las pulsaciones en su cuello).

Gordo: vamos despierna pequeña.

Bonitofi: ahh, algo divertido, divertido (decía mientras vestía de sirvienta) qué tal si modificas este lugar por uno donde exista más personas.

Gordo: muy buena idea (inhalo el puro como si fuera fruta y exhalo humo como transporte público), he pensado en cambiar este lugar por uno más animado. Cada día vienen más traficantes, drogas, personas, armas, robo de objetos, y sabes algo, tengo miedo que lo destruyan. Ahhhh…

Lanzo el puro a medio terminar al suelo.

Bonitofi fue por él y lo tomo.

Gordo: lo pensare pequeña.

≤ ): ≥

Pasaron meses, y más meses.

Había días donde llegaban contrabandistas, traían migrantes, niños y prostitutas, los guardaba de paso como almacén temporal y luego desaparecían.

Bonitofi y las demás debían apoyarlos con la alimentación y el hospedaje como si fueran clientes de hotel.




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