El silencio en el laboratorio, roto solo por el goteo de un sistema de enfriamiento dañado y los pasos cautelosos del personal de seguridad, era más opresivo que el fuego cruzado de minutos antes. Harry estaba frente a Lydia, la rabia y el dolor de veinte años de secretos y traición vibrando entre ellos. Su rostro era una máscara de hierro, sus ojos azules, fríos y penetrantes.
—Más vale que empieces a hablar, Lydia —exigió Harry, su voz grave, cada palabra un puñal—. Desde Londres hasta lo que le están haciendo a Nicolai. Quiero la verdad. Toda.
Lydia respiró hondo, el aire en sus pulmones sintiéndose como cristal roto. Había evitado este momento durante tanto tiempo, pero ahora, no había escape. Mauro, observando desde la distancia, se mantuvo en silencio, dejando que el drama se desarrollara.
—La Operación Aurora fue solo el principio, Harry —comenzó Lydia, su voz tensa, pero con una claridad inquebrantable—. La flor negra no solo crea la antítesis. Tiene propiedades genéticas regenerativas y moduladoras increíbles. Después de salvar a Theo, descubrimos que los expuestos al polen original, o aquellos con una predisposición genética rara, pueden convertirse en… catalizadores.
Hizo una pausa, midiendo la reacción de Harry.
—Son personas que resuenan con la energía de la flor, y pueden, inconscientemente, canalizarla o incluso amplificarla. Theo es uno de ellos. Nicolai… también.
La mención de Nicolai volvió a encender la chispa en los ojos de Harry.
—¿Mi hijo? ¿Qué le hiciste a mi hijo? —su voz era un gruñido.
—Nada, Harry —respondió Lydia, su propia voz cargada de desesperación—. Él es un catalizador natural. Su conexión no proviene de una exposición directa a la flor, sino de una predisposición genética. Es puro. Eso lo hace aún más valioso para los Purificadores.
Harry la miró con incredulidad.
—¿Purificadores? ¿De qué demonios hablas? ¿Veritas? Creí que los habíamos erradicado.
—No a todos —explicó Lydia—. Esta facción es diferente. No quieren propagar plagas. Creen que la existencia de la flor negra y la antítesis es una "abominación", una interferencia en el orden natural. Buscan a los catalizadores como Theo y Nicolai para... no solo eliminarlos, sino para activar y redirigir la energía de la flor negra a través de ellos, con el fin de "purificar" el legado de la flor misma. Neutralizarla, o destruirla, de una manera que cause un colapso global.
Harry se quedó en silencio, procesando la magnitud de la revelación. La frialdad de su expresión se mezcló con una creciente alarma.
—¿Y la liebre falsa en Londres? —preguntó, su voz gélida.
Lydia bajó la mirada, el remordimiento ardiendo en su interior.
—Fue para mantenerte lejos. Para protegerte. Pensé que si no sabías la verdad, estarías a salvo. No quería arrastrarte de nuevo a esto. O a Nicolai.
Harry soltó una risa amarga y hueca.
—¿Protegerme? ¿Engañándome mientras mi hijo era un objetivo? ¿Mientras lo estaban usando? ¿Crees que eso es protegerme, Lydia?
—No había otra manera, Harry —susurró Lydia, sus ojos llenándose de lágrimas—. Mauro no te habría permitido…
—¡Mauro! —Harry se giró para enfrentar al patriarca, que los observaba con una impasible serenidad—. ¡Siempre Mauro! ¿Hasta cuándo vas a seguir siendo su marioneta, Lydia?
Mauro dio un paso al frente, su voz resonando con autoridad.
—Tu resentimiento es comprensible, Harry. Pero la verdad es que la Doctora Petrovich ha estado trabajando incansablemente para proteger a la familia, a todos. Tu hijo es valioso, sí. Pero ahora es un objetivo. Y la estrategia de la Doctora Petrovich, aunque te duela, estaba diseñada para protegerlo a él, manteniéndote a ti fuera del radar, o al menos así se esperaba.
Harry ignoró a Mauro, sus ojos clavados en Lydia.
—¿Y qué hay de Mika? —preguntó, recordando las palabras de Theo—. ¿La mucama? ¿También es un catalizador?
Lydia dudó. Había esperado esta pregunta, pero aún así le dolía revelarla.
—Mika no es un catalizador en el mismo sentido que Theo o Nicolai —explicó, su voz baja—. Ella es una amplificadora natural. Su predisposición genética le permite sentir y modular la energía de la flor negra, potenciarla a través del contacto. Ella no es un objetivo por su conexión inicial, sino por su capacidad de intensificar la de los demás. La han descubierto.
La revelación de Mika, tan inocente y ahora tan peligrosamente involucrada, golpeó a Harry con una nueva ola de furia. Esto no era solo una conspiración. Era una pesadilla personal.
En ese momento, un guardia se acercó con una tableta, su rostro pálido.
—Señor Petrovich, Doctora. Los sistemas de la cabaña de la Patagonia… están completamente sobrecargados. Las lecturas de energía de la flor están fuera de escala. Y hay una transmisión encriptada… una voz. Parece ser la líder de los Purificadores.
La pantalla de la tableta mostró un rostro familiar, el de la mujer de cabello platinado, ahora con una sonrisa de triunfo cruel. Su voz resonó en el laboratorio, distorsionada pero clara:
—A la familia Petrovich y a sus preciados catalizadores. El despertar ha comenzado. El niño, Nicolai, es el punto de convergencia. Hemos iniciado la purificación global. Y ustedes, los guardianes de la aberración, serán los primeros en caer.
La imagen se cortó. El silencio en el laboratorio era asfixiante. La sangre de Harry hirvió. Su hijo. El miedo se mezcló con una rabia incontrolable. La explicación de Lydia, dolorosa y compleja, ahora cobraba un sentido aterrador. Nicolai no era solo un objetivo; era la clave de un plan global de los Purificadores.
—Tenemos que ir por él —dijo Harry, su voz un rugido contenido, mirando a Lydia—. Ahora.
Lydia asintió, sus ojos llenos de una resolución férrea. La verdad había sido revelada. Y el tiempo para lamentarse había terminado. La batalla por el legado de la flor negra y por la vida de la próxima generación había alcanzado un punto crítico.
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Editado: 12.07.2025