La estrategia: El final (5)

Prólogo

El Jardín de las Maravillas ya no era lo mismo. El aire, antes vibrante con la promesa de descubrimientos ilimitados y el pulso sereno de la flor negra, ahora se sentía pesado, cargado con una melancolía que ningún filtro podía disipar. La victoria contra Anya, consumada hacía ya seis meses, había dejado un sabor amargo, como el regusto de una medicina que cura una enfermedad, pero debilita el cuerpo.

Theo y Mika, con su inquebrantable conexión, lo sentían más que nadie. La flor, el pequeño espécimen en el centro del invernadero, que una vez fue el faro de su sinfonía interna, ahora parpadeaba con una luz más sutil, como si contuviera el aliento.

Ya no era el lienzo brillante de infinitas posibilidades, sino un espejo de las almas fracturadas que la rodeaban. Y lo que reflejaba era una verdad incómoda: la armonía que habían restaurado era frágil, construida sobre arenas movedizas.

Anya, la brillante y retorcida fundadora de Veritas, yacía en algún lugar en las profundidades de una prisión de los Petrovich, su mente fragmentada, pero su espíritu, o quizás su eco, aún resonaba a través de la red de la flor.

Su "estrategia", su plan para manipular las emociones humanas, no había sido completamente erradicada. Había dejado una marca, una susceptibilidad. La flor, ahora más sensible que nunca a la psique colectiva, era una caja de resonancia para cada celo, cada resentimiento, cada amor no correspondido.

El drama personal, ese que Harry y Lydia habían intentado contener por años, había explotado con una furia silenciosa. La "estrategia" de Harry para "perder" a Lydia había funcionado con una precisión brutal. Había sido un acto de amor, sí, una renuncia desgarradora para asegurar la estabilidad de ella, la seguridad de Theo y la lealtad que Lydia sentía hacia Mauro y el legado Petrovich. Pero el costo había sido incalculable.

Lydia, ahora más arraigada que nunca al imperio de Mauro, se había convertido en el pilar inquebrantable de la investigación de la flor. Su mente brillante, su ética, eran el contrapeso necesario a la ambición pragmática de su esposo. Pero la frialdad profesional que había adoptado era una armadura, protegiendo un corazón que aún llevaba las cicatrices de la despedida de Harry.

Las pocas veces que sus miradas se cruzaban, había una profunda tristeza, una comprensión tácita de un camino no tomado. Su lealtad a Mauro era total, inquebrantable, no por la pasión del amor, sino por el peso del deber y la inmensa gratitud por la protección de sus hijos. Pero la flor, a través de Theo y Mika, sentía la ausencia, la renuncia, el sacrificio que se había cocido a fuego lento bajo la superficie de la vida de Lydia.

Harry, por su parte, se había retirado a la Patagonia, a su cabaña, a la falsa calma de una vida que había elegido por obligación. Elena, su esposa, había sido la primera en sentir el desgarro. Había escuchado las palabras de Harry a Mauro, la estrategia para "perder" a Lydia, y la herida había sido profunda. Su amor por Harry, que había resistido años de ausencia y peligro, ahora se sentía como una cuerda tensa, a punto de romperse. La ira de Elena no era un arrebato; era una decisión fría y calculada. Ya no sería la mujer que esperaba. Sería una fuerza a tener en cuenta.

Nicolai, el más puro de los catalizadores, el joven que sentía la flor en cada fibra de su ser, se había vuelto inusualmente retraído. La discordia entre sus padres, la tensión que flotaba entre Harry y Lydia, la frialdad de Mauro… todo era un ruido insoportable para su alma sensible. La flor, a través de él, se había vuelto un eco de las emociones humanas, un reflejo amplificado de la fragilidad de sus conexiones. Sentía el dolor de su padre por la renuncia, la tristeza de Lydia, la ira de su madre, la frustración de su tío Mauro. Y Anya, desde su prisión, lo sentía todo.

La "purificación" de Anya, aunque detenida en su objetivo de la aniquilación global, había dejado su huella en la conciencia colectiva de la flor. Había demostrado que las emociones, especialmente las oscuras —la envidia, el resentimiento, la obsesión, el amor no correspondido— podían ser manipuladas a través de su red. La lealtad, ese pilar de las sociedades humanas, era ahora el objetivo principal de Anya. Había visto cómo la lealtad de Lydia a Mauro, forjada en el deber y la gratitud, había sido una barrera para Harry. Y en esa barrera, Anya había visto una oportunidad.

La prisión de Anya era más una jaula de oro que una celda. Los Petrovich, temerosos de lo que podría suceder si se la desconectaba por completo de la flor, la mantenían en un estado de estasis, su mente activa pero contenida. Pero Anya, con su profundo conocimiento de la flor y su capacidad de manipular las frecuencias sutiles, no necesitaba la libertad física para actuar. La red roja que había creado antes de su derrota, esa compleja telaraña de información y control, nunca había sido completamente desmantelada. Ahora, era su nueva arma.

Los Petrovich habían creído que, al contener a Anya, habían ganado. Pero la mente de Anya, liberada de las limitaciones del cuerpo, ahora vagaba por el éter de la flor negra, buscando los nexos, las debilidades. Y la mayor debilidad de todas era la lealtad. La lealtad a un cónyuge, a una familia, a una causa, a una ideología. Anya, desde su prisión, comenzó a susurrar. No con mensajes de odio, sino con promesas, con tentaciones, con el poder de hacer realidad los deseos más profundos de cada uno, si solo fueran leales a su verdadera "visión".

El mundo exterior, inconsciente de la batalla invisible que se libraba en el plano de la conciencia, continuaba su curso. Los conflictos se calmaban, la economía se recuperaba, la vida volvía a una especie de normalidad. Pero bajo la superficie, una nueva guerra estaba gestándose. Una guerra que no usaría balas ni bombas, sino los hilos invisibles del corazón humano.

En el Jardín de las Maravillas, Theo y Mika se miraron.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.