La estrategia: El final (5)

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El murmullo de la duda se había convertido en un rugido sordo. Los "viejos fantasmas" de Veritas, resucitados y distorsionados por Anya a través de la flor negra, emergían del pasado digital para desestabilizar el presente.

Documentos filtrados, supuestas confesiones de antiguos empleados y "expertos" anónimos inundaban las redes, todos tejiendo una narrativa de los Petrovich como arquitectos de un control global oculto. No había pruebas irrefutables, solo fragmentos de verdad retorcidos, sembrando una falla en la confianza que se extendía como una plaga.

La reputación de Veritas, cuidadosamente reconstruida por Mauro y Lydia, comenzó a tambalearse. Proyectos de investigación que antes eran un orgullo, como los intentos iniciales de manipulación genética para curar enfermedades raras, ahora eran presentados como experimentos inhumanos.

El público, ya condicionado por la duda, era susceptible a estas revelaciones parciales, alimentando la paranoia colectiva.

Las acciones de los Petrovich, desde la recuperación de la economía hasta el apoyo a programas de salud global, eran vistas con sospecha.

En el Jardín de las Maravillas, Theo y Mika sentían la avalancha de la desinformación. La flor negra vibraba con una disonancia preocupante, una mezcla de confusión, miedo y el persistente eco distorsionado de Anya. La presión del silencio, el secreto impuesto sobre la verdadera naturaleza de la flor y de Anya, los estaba asfixiando. Sabían que no podían seguir así. La verdad, aunque dolorosa, era su única arma.

—Anya está usando el pasado contra nosotros —dijo Theo, sus ojos fijos en los patrones caóticos de la flor—. Está aprovechando el hecho de que ocultamos la verdad para hacer que todo lo que decimos parezca una mentira.

Mika asintió, su rostro contraído por la frustración.

—Necesitamos un contrapulso de la verdad. No solo la frecuencia de claridad, sino una forma de exponer las mentiras de Anya, sin revelar todo el secreto de la flor de golpe. Es una cirugía delicada.

Decidieron centrarse en la autenticidad.

Utilizando su conexión con la flor negra, comenzaron a buscar las incongruencias en las "revelaciones" de Anya.

No podían desmentir cada afirmación, pero podían inyectar una frecuencia de honestidad en la red de la flor, haciendo que las mentiras de Anya resonaran con una disonancia sutil para aquellos más sensibles a la verdad.

Era como un filtro de ruido que intentaba separar la señal de la distorsión.

En el penthouse de Tokio, la situación se volvía insostenible.

Las juntas directivas de Veritas estaban en crisis, los socios internacionales comenzaban a retirarse, y la presión sobre Mauro era inmensa. Su obsesión por el control lo hacía resistirse a cualquier concesión, convencido de que admitir algo, incluso de forma indirecta, equivaldría a admitir culpa.

—Es una campaña de difamación —rugía Mauro, su voz tensa—. ¡No podemos ceder! ¡Debemos mantener la línea!

Lydia, sin embargo, estaba al límite.

La falla en la confianza se manifestaba en su propia vida.

Los empleados del laboratorio la miraban con recelo, los viejos amigos le enviaban mensajes de preocupación.

La telaraña de lealtades de Anya se apretaba alrededor de su propia vida, y la lealtad a Mauro, forzada por la situación, se sentía cada vez más como una carga insoportable.

—¡Mauro, no lo entiendes! —exclamó Lydia, golpeando la mesa—. ¡Anya no quiere destruirnos, quiere deslegitimarnos! ¡Quiere que la gente no confíe en nada, para que confíen en ella cuando reaparezca! ¡Debemos dar un paso al frente!

Mientras tanto, en la Patagonia, Harry y Elena seguían de cerca los acontecimientos.

La confesión de Harry había abierto un nuevo canal de comunicación con Elena, y la frecuencia de claridad les permitía ver la manipulación de Anya con una perspectiva más lúcida. Harry, con su experiencia táctica, comenzó a ver patrones en las filtraciones, reconociendo el estilo de Anya.

—Ella está construyendo una base de seguidores —dijo Harry, analizando los datos—. Está creando una atmósfera donde la gente desconfía tanto de las instituciones que estará lista para un "salvador" que les ofrezca una "verdad" alternativa.

Elena asintió, su mirada preocupada.

—Y esa "verdad" será la suya. Debemos ayudar a Theo y Mika. La única forma de combatir esto es con la transparencia, Harry. Por dolorosa que sea.

La decisión era clara: la verdad debía salir a la luz, aunque fuera de forma controlada.

La fuerza de voluntad de los Petrovich se ponía a prueba, no por un enemigo físico, sino por el legado de la mentira que Anya estaba reviviendo.

El contrapulso de la verdad de Theo y Mika era una carrera contra el tiempo, intentando sanar la falla en la confianza antes de que el mundo se sumiera en un abismo de incredulidad total.




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