La estrategia: El final (5)

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La furia desatada de Mauro tras la verdad expuesta de Lydia fue el golpe final para la ya inestable estructura de Veritas. Su obsesión por el control, despojada de toda ilusión, se transformó en una determinación gélida de aplastar a quienes percibía como traidores. El secreto impuesto, que una vez unió a los Petrovich en un frágil pacto, ahora los dividía irrevocablemente. La onda de choque de la revelación había fracturado no solo la percepción pública de Veritas, sino también su propia esencia.

Mauro actuó con una velocidad despiadada. Utilizó sus contactos de años y los protocolos de seguridad que había centralizado para cortar el acceso de Lydia a los recursos de la empresa. Despidió a cualquier empleado que mostrara la más mínima lealtad hacia ella o cuestionara su autoridad. Su objetivo no era solo recuperar el control, sino destruir la credibilidad de Lydia y su versión de la historia. Lanzó una contra-campaña mediática, retratando a Lydia como una científica "inestable", manipulada por la paranoia y celosa de su éxito, y que había puesto en peligro la estabilidad global con sus "fantasías".

La falla en la confianza del público era tal que muchos, agotados por la montaña rusa de revelaciones, se aferraron a la narrativa de Mauro. Era más fácil creer en una conspiración simple que en la compleja verdad de la manipulación psíquica y los deseos manifiestos. La fragmentación del imperio Petrovich comenzó, no con un estruendo, sino con un implacable desmantelamiento interno.

En el Jardín de las Maravillas, Theo y Mika sentían la creciente discordia. La flor negra vibraba con una mezcla de desesperación y la furia desatada de Mauro, que se amplificaba a través de los pocos nodos de Veritas que él aún controlaba.

—Nos está aislando —dijo Mika, sus ojos fijos en los patrones turbulentos de la flor—. Quiere cortar nuestra conexión para que no podamos contrarrestarlo.

Theo asintió, su rostro sombrío.

—Necesitamos enviar una frecuencia de fe. No una creencia ciega, sino una fe en la capacidad de la humanidad para la verdad, para la autenticidad. Es la única manera de contrarrestar el cinismo que Anya y ahora Mauro están sembrando.

La tarea era monumental. ¿Cómo se infunde fe cuando la confianza está rota y el mundo se ahoga en el resentimiento? Theo y Mika concentraron todas sus energías en la flor, buscando el pulso más puro de la esperanza y la resistencia humana.

La verdadera resonancia que habían cultivado se convirtió en un faro para los que dudaban, un recordatorio de que, a pesar de las mentiras, la capacidad para la verdad residía dentro de cada uno.

Lydia, despojada de su autoridad en Veritas, no se rindió. Se refugió en un laboratorio seguro, improvisado con la ayuda de algunos científicos leales que aún creían en ella. La onda de choque la había golpeado con fuerza, pero su búsqueda de la autenticidad la impulsaba. Entendía que la batalla ya no era por el control de una corporación, sino por el alma de la humanidad.

—Debemos encontrar una forma de comunicarnos directamente con el mundo —dijo Lydia a su pequeño equipo—. Sin los filtros de Veritas. La gente necesita la verdad, incluso si duele.

Su mente científica, liberada de las ataduras corporativas, comenzó a idear un plan para usar la flor negra a través de Theo y Mika de una manera más directa y sin intermediarios.

En la Patagonia, Harry y Elena observaban con angustia cómo el mundo descendía nuevamente al caos. La furia desatada de Mauro los preocupaba, no solo por Lydia, sino por la seguridad de Nicolai. La niebla del engaño de Mauro era un peligro real.

—Necesitamos prepararnos —dijo Harry, su mente militar ya trazando planes—. Mauro no se detendrá.

Elena asintió, abrazando a Nicolai, quien sentía la perturbación global en lo más profundo de su ser.

—Y debemos apoyar a Lydia. La semilla de la fe que Theo y Mika están plantando es nuestra única esperanza.

El frágil equilibrio del mundo pendía de un hilo. Los Petrovich, fragmentados y expuestos, debían encontrar una forma de sembrar la semilla de la fe en un mundo que había perdido la confianza, luchando no solo contra la ambición desenfrenada de Mauro, sino contra el legado persistente de la manipulación de Anya. La fractura de Veritas era solo el comienzo de una nueva y más profunda guerra por la percepción.

En medio de la fractura de Veritas y la furia desatada de Mauro, los Petrovich enfrentan un desafío monumental.




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