La estrella de Color Naranja

Nuevos aires

Fui a vender mi auto y luego tome un taxi al aeropuerto. No tenía nada que me atara, solo recuerdos borros de un anciano que decía que me amaba, pero los más dolorosos eran ese donde escuchaba a mi supuesto padre gritar que no quería a alguien como yo, que odiaba que no tuviera nada que me hiciera destacar más que mi cara... no entendía a qué se refería con "nunca será como nosotros"..."es humana"... 
Deseché esos recuerdos y en cuanto llamaron fui a registrarme...
Cuando llegue a la salida del aeropuerto ya me esperaba un uber que me llevaría directo a la aldea donde había comprado una casa en ruinas.
Justo el hombre me miraba con curiosidad, no le tomé importancia al asunto.
Me entabló platica diciendo que el lugar ya era más un bosque que una aldea, que fuera bueno que mejor quedara en el poblado más cercano y llegara de día al lugar. Pensé que posiblemente me quería secuestrar o algo pero después lo solitaria que era la ruta, no temí tanto por mi si no por el regreso del hombre.
- Déjeme en el pueblo ya veré mañana como llego a mi destino -
El señor sonrió, pensé sinceramente que el estaba temeroso también. Empezó a contarme que al lugar donde iba había muchos lobos, que desde hacía como 50 años que unas familias se habían asentado en la montaña cerca de la aldea y que los animales eran vistos con mucha frecuencia, decían que ellos tenían esos lobos ya que eran enormes, parecía que eran mezclados con otras razas o algo así. Me reí internacionamente por recordar esos libros de ficción sobre lobos. El señor se veía realmente preocupado, por que se decía que el que viajaba a ese lugar no volvía, por lo menos no volvía a ser igual.
Esa noche descanse en una posada que el me recomendó. Al día siguiente las carreras, más bien el ruido del pasillo me despertó, la posada era antigua y aunque era linda sus tres pisos eran de madera así que se escuchaba todo. Las fuertes pisadas se sentían en todo el piso, luego algo se detuvo frente a mi puerta.
- Se... se... señorita, bue... bue... Buenos días- el casero tocó mi puerta y su voz temblaba tanto que parecía un tartamudo-
- en seguida le abro solo déjeme vestirme -
Se escucho como algo que había caído y pues no le preste importancia al asunto , no abriría la puerta en una playera sin ropa interior... incluso había dejado una silla en puerta por si alguien se quería pasar de listo.
Tuve que ponerme ropa sin bañarme. Abrí la puerta y corrí la silla aun lado tendiendo el aparato que usaba para defenderme en la mano detrás de la puerta.
Mi sorpresa fue grande al ver al mismo hombre de la empresa frente a mi puerta, pero hoy no vestía traje, solo unos jeans, camisa polo y unos zapatos militares. Esa chaqueta negra le hacía ver más imponente... si que estaba babeando.
- Buenos días- solo el saludo ya me estaba dejando mal, pues hizo que se me cayera el aparato y el solo miró hacia el suelo para verme con media sonrisa.
- No le haré ningún daño señorita, pero que me siga hasta aquí me hace sospechar que usted no es alguien simple -
Yo estaba en shock en ese momento, se me olvidó que ese hombre me movía el piso sin proponérselo.
- ¡Que!... ¿cree que estaría por aquí siguiendo a un hombre?... desde ayer quiero llegar a mi destino pero a todo el mundo le da miedo ir de noche, por eso me quedé aquí; perdí mi trabajo por su maldita culpa, además mi prometido me había colocado en la lista negra de todo el país para que nadie me contratase, tenía que correr a alguna parte ya que el imbécil me amenaza con matarme; no tengo quien por mi, pero usted viene a decirme idioteces a mi puerta; no, vino a despertar a las 6 de la mañana a una mujer que no ha dormido ni comido bien durante tres semanas y que cuando al fin cree que estará bien, viene un idiota a decir que lo está persiguiendo-
Me estaba hartando, por lo menos tenía dinero, podía largarme de aquí también, la casa valía tan poco que no era necesario ni venderla.
Le cerré la puerta en la cara y fui a buscar mi maleta, metí lo poco que había sacado de ella y mi bolso de mano. Cuando abrí la puerta no estaba el Hombre allí, pero si otros tan grandes y fornidos como él.
-¿Que jodidos les dan a los niños de aquí que crecen como árboles?- pensé para mí misma-
Arrastre mi maleta hasta la entrada de la posada, pague en efectivo y le pedí al señor que si me podía conseguir transporte o existía un uber aquí. El me dijo que el mismo que me trajo.
Más que feliz le llame para pedirle que me llevara de regreso al arepuerto.
Unos minutos después ya estaba frente a la posada. No había ni tomado café, pero el idiota de hacía un rato me quito hasta el apetito. Tomó mi maleta algo dubitativo al ver al hombre que me despertó hacia una hora al otro lado de la calle tomando lo que yo deseaba desde hacía media hora.
- Tuvo problemas señorita-
- Si un idiota me despertó a las 6 de la mañana y ni siquiera fue para echarme un polvo - 
El anciano se rio pero el que estaba al otro lado escupió el café bañando la mesa y su ropa bonita... que gusto me dio verlo hacer el ridículo.
Justo a tiempo mi amigo de toda la vida me llamó...
- Dani tenías razón, era mejor irse a Italia desde el principio, que tonta andar persiguiendo mis malditos sueños, quiero que me presentes un italiano que este bueno- subí al auto pero seguía hablando fuerte - claro mi vida, si he de perder mi virginidad que sea con un semental mi more -
El idiota volvió a escupir el café, eso sí que me sacó de onda por que ya estaba en el auto y ni que me escuchaba.
Hacía media hora que había dejado el pueblo y la carretera estaba más que solitaria. Empecé a llorar sin ninguna razón aparente y el anciano se preocupó bastante.
- ¿Que le sucede señorita?-
- no lo sé, me siento mal, como si estuviera abandonando algo muy valioso y yo... -
- tranquila, si quiere paramos un rato-
Mi pecho dolía sin razón, me sentía deprimida y molesta. No podía dejar de llorar, me dolía y no sabía que era.
Justo en ese momento un auto frenó junto al uber, alguien se bajó, no podía distinguirlo por que lloraba como una tonta desconsolada. Ni siquiera lloré por el idiota de mi ex, pero estaba aquí llorando por quien sabe que...
Mis ojos se cerraron, el dolor era tan fuerte que sentí que moría... así moriré, en la nada, sin haber hecho nada para destacar... sin poder pararme frente a mi padre y decirle que si valgo ... patético pensé...




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