Mi nombre es Ernesto, un chico de pueblo, quizás no tenga la mayor capacidad de entendimiento, pero no soy un ignorante como muchos piensan o es lo que les hago creer.
Me han catalogado como un hombre mujeriego y hasta quizás irresponsable, la verdad no lo se y siendo sincero tampoco me importa, nunca he dejado que las habladurías de la gente ahogue lo que soy, no me rindo porque lo que me espera en el futuro será mucho mejor que el ahora.
Una mañana muy soleada se avecinaba en mi ventana, el cielo despejado y la inmensa bulla que caracteriza a Caracas, le dan paso a un nuevo día. Hace menos de un mes que llegue a este lugar y en un principio me sentía fuera de lugar, no sabía por dónde comenzar, solo se que tuve que abandonar mi querido lugar de nacimiento, mi Coro amado.
¡No se desesperen ya les cuento!
Sí, como ya dije soy coreano, de coro no de corea por cierto. Soy Moreno, cabello negro, ojos marrones grisáceos.
Sí. Se que suena raro, pero así es.
Mido un metro ochenta y nueve centímetros, no me siento un hombre mega guapo del cual cualquier mujer puede enamorarse, pero si soy de buen parecer.
"Mi sentido del humor es grandioso".
Amo las arepas, no soy alcohólico, pero como todo buen coreano tomo mi vasito de ron, me gusta la música bailable, la salsa más que todo. Se que no soy caraqueño, pero no puedo negar que es contagiosa la música.
Mi carrito blanco y yo somos buenos amigos desde hace un par de años, aprendí a manejar a los siete años de edad, cuando mi papá dormía yo tomaba su auto prestado y salía a dar unas vueltas, fueron buenos tiempos.
Yo solía ser un hombre un tanto picaflor, mamá siempre decía que llegaría el día donde saldría perdiendo a causa de una mujer, y así fue..
En una fiesta conocí a una mujer que se llamaba Esmeralda, quien era casada, pero lo ocultaba. La mujer muy coqueta me sacó a bailar, y bueno no puedo negar que el baile era lo mío, me encanta bailar así que acepte, Esmeralda, era una mujer muy guapa, hermosa. Y jamás imaginé que pondría sus ojos color verdes en mi, un joven que nada tenía que ver con ella.
-Que tal cariño, ¿como vas? ¿Quisieras bailar?. - Preguntó con sus perfectos ojos en mi.
-Hola, Claro que sí, me encantaría. - Sus ojos me traían más que deslumbrado.
Bailamos durante unas horas, y puedo jurar que sentí como si hubiesen pasado algunos minutos, ella provocaba que mis sentidos se esfumaran, que mis pies bailarán y bailarán a pensar de estar cansados, que mi mirada permaneciera en sus ojos, y mis manos en su perfecta cintura.
-No se si me creas, pero siento que me he enamorado, que me casaría ahora mismo si fuese posible.- Le dije mientras ella solo me observaba sin decir una palabra.- ¿No me crees, cierto?.
-A decir verdad, es un poco inútil creer algo que quizás se te ocurriera en este momento, no soy participe del amor a primera vista, todo es tan raro. - Soltó ella dejándome mas que callado.
La música paro, y decidimos sentarnos a tomar unos refrescos, estábamos más que cansados y acalorados. Pero relamente yo lo único que deseaba saber, era lo que a ella le gustaba o le disgustaba... Hasta ahora solo sabía dos cosas; una es su nombre y la otra es que no me cree y eso solo podía significar que me fregue.
Soy partidario de la música, del amor, de salir adelante, pero una cosa si es segura, esa mujer había despertado en mi algo que hasta ahora desconocía... Nunca había pensado en casarme, esa palabra era totalmente desconocida para mí, pero justo en este momento las cosas habían dado un giro totalmente distinto.
No les voy a negar que cada chica guapa que pasa cerca de mi obtiene mi atención, porque sería el ser más vil si no admirara la hermosura que Dios creó.
Y no, no me excuso en eso. Pero no por eso soy un mujeriego como muchos creen.
Este soy yo, un joven nacido en Coro - Venezuela, que al parecer fue cautivado por una hermosa dama que ha venido a dar un vuelco a mi corazón, no estoy seguro de que pase, pero si puedo asegurar que ella... Ufff, siento que vuelo cada vez que la pienso, y si pudiera le regalaría el cielo.
Ella ha despertado algo en mi, que desconozco, solo se que es dulce, que es bello, y solo quiero admirarla como se admiran las estrellas.