Para el joven Milo no podría con todo lo que parecía estarle avecinando solo por ser guiado por el Príncipe quien a su percepción no dejaba de parecerle una persona que no parecía lo que dicen o insinúan de él, es más, podría creer que la vida en el Palacio a la percepción de su anfitrión no era más que un misterio para él pese a que de nuevo no dudo en rememorar la sonrisa que le dio y es que esa imagen ya parecía estar instalada en sus recuerdos, más que extraño, le parece como si fuera una broma de los Dioses. No obstante, cuando intenta voltear su mirada nota que a su lado estaba aquel joven de nombre Craig quien no dejaba de observar su persona con aquella expresión llena de seriedad, es más creería que lo estaba poniendo a prueba con eso eso de dialogar cara a cara con la Emperatriz.
— Oh, ese es el nombre con el que han tratado toda mi vida, podría ser más fácil saber sobre mi si tiene ese nombre para buscar. Por eso pensé que era una buena idea dárselo ¿sería un problema eso? — No entendía mucho el afán de buscarle su otro nombre, no lo usaba desde hace mucho y hasta quería olvidarse de él — No dudo del Príncipe, me ha dado una buena impresión y me ha hecho ver que es alguien muy comprensivo. De antemano les agradezco toda la ayuda que puedan prestarme para devolvértelo de la mejor forma. No les voy a fallar.—
Suponía que ahora debería seguirles, pero no estaba seguro de querer soltar la mano ajena, le daba la seguridad necesaria para caminar por esos pasillos tan fuera de su alcance en cualquier circunstancia. Para el joven Milo el tener la mano del Príncipe no duda en aferrarse con más ahínco, le transmite esa seguridad que necesitaba para lo que parecía ser la mayor de las pruebas y no era nada parecido a dialogar con su padre al que solo le llamaba “Jefe” en vez de “Padre”.
— ¿Debo ir con ellos ahora? — Pregunto con nerviosismo al alpha que le escoltaba demostrando su duda, si él confiaba en ellos podría tratar de hacer lo mismo, aunque, esta vez se mordería la lengua antes de comenzar a hablar a diestra y siniestra — Supongo que debes hacer acto de presencia junto a la reina. Seguro todos están algo decepcionados si no te pueden ver al menos a lo lejos —
Para el Príncipe el ver que intercambiaban palabras fue más que suficiente el apreciar que Craig está más que dispuesto de ayudar a ese joven aprendiz a mercader, pero lo conocía y podía apostar que se aseguraría de que ese joven sea el más adecuado para estar a su lado, y de ayudarlo en su causa. Sin embargo, procedieron en caminar con intención de borrarse de ahí, no tenía intenciones de presentarse ante su madre y la excusa que tenía era el trabajo de imprevisto que los tres ministros le habían relegado con tanto sadismo, solo que ahora necesitaba indagar más acerca de la familia de su invitado que parecía ocultar un pasado, pero no lo iba a presionar si no deseaba hablar de ese tema tan delicado.
— No hay necesidad de que asista a la selección, ya mañana comenzarán el desfile de citas a ciegas, estaré con la cantidad que se seleccionó hoy, pero contigo es más que suficiente, te prometo que cuando vayas bien vestido puedas hablar aunque sea un poco con mi madre — Hace mención de la siguiente estancia solo por las ganas de desahogarse ante lo inminente que era tener a ese joven por la tarde llegando en otro carruaje con algunas pertenencias suyas.
— Como puedes apreciar, la Emperatriz busca a una persona que se adecue a los estándares para convertirla en Princesa heredera y comprometerse con su alteza real. Desde mi perspectiva, diría que es un buen momento para muchos plebeyos, sobretodo para los que son inmigrantes y es mejor que lo aproveche — Mencionaba con naturalidad Craig al acompañante del Príncipe, debido a que su observación no estaba tan alejada de lo que esperaba para el futuro del reino.
— Actualmente tu pueblo puede que necesite de un vocero en la alta sociedad de Roasland y del continente como de las grandes naciones que son aliadas. Tengo mucho trabajo, pero necesito de una princesa que pueda solventar las relaciones sociales con nobles y aristócratas de aquí en la capital como los del reino. — Comenzaba a detallar el Príncipe de aspecto noble a su invitado que siente como es atención era camuflada por los evidentes nervios, por que en sí lo que le estaba comentando era parte de su plan con la finalidad de acabar con esa loca idea de parecer un tonto decerebrado a uno con cerebro — Mi visión actual es comprometerme por amor, pero estoy dispuesto a hacer todo lo posible para fortalezer a mi princesa y eso significa darle todo lo que requiera, y desee. — Hace una pausa mientras que baja la mano de ese joven con tal de infundir más paz de lo que va a necesitar, no deseaba intimidar con las palabras, más bien esperaba que solo absorbiera aquello que le sonase correcto — Si tu quieres una casa con un gran terreno para edificar te lo daré, si quieres acceso a las bibliotecas de grandes nobles te dare esos accesos y si quieres poder e influencia te lo daré. Y lo único que tú puedes darme a cambio es paz, serenidad y alegría. Solo quiero poder relajarme y poder solventar este estrés acumulado con actividades variadas —
Ese recorrido para los cuatro había finalizado con una posible resolución, es por esto mismo que el Príncipe dio la orden a los guardias que estaban en la puerta que abrieron en par en par el acceso y es que con unos cuantos pasos le muestra a su invitado que ya estaba donde sería de ahora en más su cuarto momentáneo.
— Como ya le ha dicho Su alteza real, aquí todos los sirvientes podrán ayudarle, puedes ir a donde quieras con tal de que puedas aprender, progresar, aportar ideas innovadoras y entre otras cosas. Pagó tendrás, por cada detalle que hagas y esa ganancia será depositada en una cuenta a tu nombre, escoges un funcionario que lo gestione para ti y tu manejarlo como quisiera — Agregó el mayordomo junior quien avanzaba unos cuantos pasos más dejando a la vista un grupo de sirvientes escoltados por alguien bastante parecida a él, solo de baja estatura y usando un delantal distinto.
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Editado: 12.04.2024