Estaba sentada en las tumbonas de la casa de la playa cuando sentí unos pasos acercarse.
–Hola princesa– sentí su aliento en mi cuello y me retorcí por dentro al mismo tiempo que las mariposas de mi estómago despertaban.
Miré por encima de mi hombro y allí estaba él, lucía como los protagonistas de los libros que leía. Medía casi dos metros de altura, andaba vestido con unos vaqueros que se le ajustaban a las piernas, un camisa azul fuerte que le quedaba apretada y hacía que se le marcara la v de sus pectorales y traía unas zapatillas.
Me quedé sin habla, estaba perfecto, nunca me había imaginado que me enamoraría del chico que me había sacado de mi infierno... Me había ayudado a renacer y ser una nueva persona.
Y ahí recordé él día en que lo conocí, cuando me vió se dirigió hacia mí, no entendía por qué... Yo era fea y no tenía ni un poco de autoestima.
Él se acercaba cada vez más y me habló.
–Hola, ¿Cómo estás?–
–Hola, ¿Por qué me hablas?– me quedé inmóvil porque nunca nadie lo había hecho –yo soy fea y por eso nadie se fija en mi–
Y entonces me dijo algo –Tú eres bonita en los ojos correctos–
No me imaginé que a partir de ese día mi vida iba a cambiar por completo.