Noche de películas. Yo sola. Me gusta la sensación.
Amo viajar por el mundo, amo conocer, experimentar, darme cuenta de que por catastróficos que se vean mis problemas, a fin de cuentas, el mundo sigue girando. Amo esa sensación. Porque no me siento insignificante, me siento encantada de ser parte de tan grande universo.
En un gran mundo, con millones de millones de cosas, existe una yo. Solo una yo, y eso es halagador.
Así que esa sensación, la de poder encontrar paz… la siento también cuando estoy sola. Encontré la paz en lugares exóticos, pero al final, está en mí. Estoy recostada en la cama del hotel. Solo somos yo y la suave sábana pulcra. La seda se escurre entre mi piel y finalmente, el frío del lugar me hace sentir feliz. La simplicidad de la vida es donde he encontrado felicidad.
Me balacean pensamientos obsesivos, que no se alejan de mi mente: ¿Qué haré luego de la boda? ¿Sigo con mi travesía por el mundo? ¿Siento cabeza? ¿Dónde lo haría?
—Concentrate, Petra —me susurro.
Veo Diario de una Pasión, otra vez. Mil y una vez, la veré. Es así como funciona la serotonina de mi pobre cerebro.
El año tiene 365 días… ¿Habré tenido la misma cantidad de pensamientos en su mente sobre mí? Siquiera pensamientos…
Contesto el teléfono, y la suave voz de mi amiga me recibe.
—Hola, nena.
—Hola —saludo —, ¿Qué sucede?
—Te llamo para preguntarte algo, ¿Estas libre este viernes?
—Estoy libre todos los días —río —, ustedes son mi única vida social aquí.
—¿Me acompañas a comprar los vestidos de boda? Quería que Clov fuera, pero tiene un parcial en la universidad ese día.
—No sé por qué se siente raro que “compres” un vestido de boda, cuando tú diseñador favorito es tu novio.
—An y yo diseñamos el vestido de la luna de miel. Pero los de mi boda quiero que lo sorprendan, no usar uno de los de él.
—¿Cuantos vestidos usarás?
—Todos los que se puedan —se ríe.
Me hace tanta ilusión verla ilusionada con su boda. Es como si cada uno de los detalles que ella cuida fuesen un pasito más cerca de su sueño.
—¿Tienes algun diseñador en mente?
—Los de Violet Fitzgerald. Ay, mierda, se me quema la lasagna.
—Uh, ¿Cocinas ahora?
—Me he vuelto muy buena cocinando. Quiero que An disfrute esta cena.
—¿Alguna ocasión especial?
Sophie se queda en silencio. Tiene que ver con ellos.
—Acordamos que haríamos como que ellos son solo los padrinos de Anker, ¿recuerdas? Nada de contenerte por nosotras.
—Vienen a cenar hoy. P-por eso no las invité. No sabría si querrían verlos…
—Sí, es mejor. No te preocupes, me quedaré en casa mejor.
—¿Pero vamos el viernes? ¿Cierto?
—Sí, el viernes.
+
No soy una chica impulsiva. No lo era.
Pero los resultados de estas acciones serán problema de la yo del futuro, porque la necesidad que late en mi corazón de verle, aunque sea un poco, es equivalente al miedo de tener que enfrentarlo… y pues ya se ve a cual decidí escuchar.
Toco el timbre. Resuena y luego, unos pasitos me anuncian que alguien viene a la puerta.
—Viniste… —susurra Sophie, con su hermosos ojos entre felices y preocupados —Y te ves preciosa… ¡Preciosísima!
El cariño que siento cuando la veo, es quizás la excusa que me deja cometer locuras como esta.
—Traje tiramisú para todos —sonrío de oreja a oreja. No sé qué estoy haciendo —¿Puedo pasar?
—Claro, claro, pasa, disculpa —reímos, paso y caminamos hasta el comedor, cada paso me hace más consciente de que nos veremos. ¿Qué estoy haciendo? Aún no es tarde para irme… —. No creí que vendrías, nena.
—Es mejor quitar la bandita rápido, ¿No?
Sophie para sus pasos abruptamente. Se me congelan las piernas, me dan cosquillas en cada centímetro de mi cuerpo… Quiero vomitar.
—No te fuerces a nada. ¿Sí? Si no quieres estar aquí me dices, o haces la mínima señal, y nos vamos al cuarto o salimos a caminar. ¿Sí?
Mi corazón se encoge cuando ella me habla de esa forma.
—Nos vamos, en cuanto quieras.
—Soph… —comienzo a hablar —Cuanto has cambiado… Ahora nos proteges a nosotras. Pero, quiero hacer esto. ¿Qué es lo peor que puede pasar? No es un asesino serial, solo es mi ex novio.
El único delito que cometió… fue no amarme.
Y nadie está obligado a amar a nadie.
Vuelvo a caminar y cuando abrimos la puerta para entrar al gran salón sé que me mira, sé que está aquí. La arquitectura del lugar me embelesa, este cuarto es tán poético, es romántico, es tan Sophie… que el ambiente me hace dudar de cuan fácil pensé que sería para mí dejar pasar mis emociones. Esas emociones que se alborotan de pensar en él tan cerca. Sé que está ahí.
Él está a un par de metros de mí. Sé que si tan solo muevo mi cabeza unos 90 grados, vería sus ojos café otra vez. No sé si es mi mente, pero de repente ese perfume que usaba cuando estabamos juntos vuelve a mi nariz… Eso debe ser psicosis, dudo que use la misma fragancia tras estos años.
No he vuelto a oír su voz nunca, pero aún así no olvido la forma en la que me temblaba la respiración cuando él me susurraba cuanto me amaba… Fueron mentiras, pero que bellas mentiras…
—Petra —me recibe una voz que tenía casi igual tiempo sin oir —, ¡Cuanto has crecido!
—Profesor Adam —lo saludo cuando viene hasta mí. Mi sonrisa es honesta, aunque él haya destrozado el corazón de Clover.
—Llámame solo Adam —Nos damos un leve abrazo de cortesía y veo como mira detrás de mí, durante largos segundos —, así está bien.
—Clover no ha venido, no se preocupe. No se sentará a su lado —le digo.
Escucho algunas risas que intentan ocultar.
No, no soy la Petra miedosa.
—Lamento que ambas hayan escuchado eso… —mira mal a Anker, quién solo sigue comiendo, como si nada pasara.
—No se preocupe, Adam —le interrumpo —, todos elegimos como enfrentar las cosas.
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Editado: 02.10.2024