La estrella que no pudimos apagar

Capítulo 5 | Nadie entiende

No sabría decir qué desayuné ayer, qué comí hace dos días, o qué llevaba vestido en la tarde del pasado martes, pero podría deletrear sin titubear cada una de los detalles de como él se veía la última vez que lo tuve en frente tiempo atrás. Podría pensar en cada una de las prendas que vistió, cada lugar que visitamos, o hasta lugar que yo visité y me recordó a él. Tendría una biblioteca solo dedicada a los detalles que tuvieron que ver con él.

Pero, mi mente no está lista para ver esas cosas, preferiría cortar mi mano derecha a volver a sumergirme en esas aguas, tormentosas y dolorosas, de seguir pensando en él… y pues, esa biblioteca que guardaría con todas las cosas de él, deberá quedar en el olvido.

Puedo volver a tomar el control de mi vida. No es que lo haya perdido, pero sí puedo volver a retomar… la sensación de control sobre mis emociones, cuando deje de verlo. Por lo que solo debo mantenerme a raya a mí y mi ansiedad hasta que la boda haya pasado, y luego no volver a mirar hacia atrás, jamás.

—¿Sophie? —llama Clover a través de la llamada —¿Por qué no me avisaron? Yo también quería ir, a darnos madrazos todos.

Me gusta volver a retomar la conexión con ellas dos. Pese a que las tres vidas están llenas de sus propias situaciones, aún tomamos el tiempo de poder hablarnos y ser amigas otra vez. Quizás Sophie esté trabajando, Clover estudiando y yo de camino a buscar a mi hermana, pero me gusta estar presente en las vidas de ellas.

—Nadie se dió madrazos ayer, Clover —le digo ríendome —. Aunque a Sophie se le iba a caer el pelo casi de los nervios.

—No, que va —intenta negar ella, pero el nerviosismos sobresale por su voz. Estamos en una llamada grupal mientras yo salgo del hotel —, no estaba nerviosa.

Honestamente, no me gusta sentir que Sophie está tan nerviosa y pendiente de si me molesta o no estar cerca de Thomas, y lo mismo para Clover, porque siento que centrará la víspera de su boda en nosotras, y ya es a final de este mes. No me gusta la idea.

—¿Hoy también estás ocupada, Clov? —pregunta Soph.

—Sí… tengo clínica pediátrica hoy.

Clover se gradúa el año entrante, a finales, así que ya está comenzando a dar las últimas materias. Casi no tiene tiempo para salir mucho. Se escucha cansada.

Seguro ocupar su mente le ayuda a no pensar en Adam. No digo que se la mejor forma, o siquiera una saludable, de manejar esta situación, pero… ¿Qué se le puede exigir a un corazón que está siendo forzado a revivir su herida una y otra vez, ante la presencia de su verdugo?

—Ya debo irme, ¿Sí? —cuando veo su auto a lo lejos, el de mi ex, mis manos empiezan a sudar y se me contrae el estómago, lo que me hace pensar que quizás el problema soy yo. Quizás no es que sigo sintiendo cosas por Thomas o que hay una página que no sé pasar, sino que por el contrario tengo un problema interno y yo no sé cerrar ciclos… Que quizá Thomas no es tan especial para mí…

Pero esa teoría se cae cuando sale del auto y no siento nada.

Al volver a verlo, no siento nada. Aquel choque que sentir al ver a Thomas otra vez, no lo volví a sentir por Asher al tenerlo de frente. Aquel relámpago que cubrió mi cuerpo completo no vuelve a pasar. Solo siento familiaridad, aprecio y cariño.

—Mi viajera favorita —me recibe con un abrazo.

—Gracias por hacer esto.

—Para mí un placer —sonríe amablemente y vuelve a montarse al auto. Empezamos la marcha de inmediato, sin muchas intervenciones al inicio. Ninguno es demasiado extrovertido. El silencio es plausible —Debo aprender a conducir.

—Seguro que sí. No siempre habrán conductores designados alrededor.

—¿Qué has hecho en estos meses?

—Lo necesario, la empresa y la universidad —me mira de reojo. Asher es muy atractivo, realmente lo es. Pero ya ninguno de los dos tiene interés proximos a algo que tenga que ver con lo romántico, de hecho, creo que nuestra relación estuvo llena de silencios, hermosos silencios, pero silencios al final. Nunca hubo… relámpagos.

—Um… escuché por ahí que te vieron muy cercano a cierta rubia…

—Bueno, uno escucha y deja de escuchar siempre, —Las risas y la calma inundan el auto —¿No?

—Hailey es una buena chica.

—Thomas también.

Oh. No puedo parar de reír y finalmente nos miramos y ambos acordamos no tocar esos temas. Pero realmente sí quisiera hablar un par de cosas con él.

—¿Crees que él ya me haya olvidado?

—Creo que solo él sabrá esa respuesta, ¿Y tú lo olvidaste?

—Románticamente sí. No deseo… tener una relación romántica con él. Es solo que, es tan difícil verle, porque es tan contrastante con lo que alguna vez fuímos.

—No se olvida “Románticamente”, se olvida y ya.

—El olvido es algo muy definitivo…

—¿A qué te refieres?

—¿Por qué olvidaría a alguien que me importó tanto y que al menos… en un momento específico me quiso?

—Entonces no lo olvides —dice simple.

—Pero… tampoco quiero recordarlo siempre. Si lo hubiera querido un poco menos, recordalo no sería tan doloroso.

No sé qué pensar.

—Puedo vivir así, pero sin verlo. No puedo verlo y recordarlo.

—Piensalo así, pasará la boda. Y él volverá a Londres, a su vida común y corriente. Y listo. Tú volverás a la tuya, sea cual sea la que decidas.

Es cierto. Las cosas se aclararán cuando me aleje de la tormenta. En cuanto él regrese a Londres, toda la marea de emociones bajará.

—A Cecile, ¿Qué tal le va?

—Magnífico. Es como si estuviera hecha para eso. Lo de ser jefa le queda. Tú siempre le agradaste.

La conversación se le desvía a cualquier tema realmente, y sigo conversando, pero aún con mi mente en lo que habíamos hablado. Con Asher es sencillo ser amigos, porque nunca existió esa pasión consumada, jamás fue arrebatador como una vez fue con mi primer amor.

No podría ser su amiga. No podría estar tan cerca, sería una tortura. Sería desastroso. ¿Cómo lo haría? Si quisiera llorar, si mi cuerpo reacciona, si los recuerdos vuelven, si su aroma descontrola mi ser…




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