—Por cierto, tipo, no te lo tomes a mal, Sophie, no quiero interrumpir… —masculla una Clover cansada y apenas respirando —, no es que no me guste, ¡Mierda! —grita cuando se resbala y casi se tuerce el tobillo —Conectar con la naturaleza, pero ¿Qué hacemos aquí?
—Alejándonos de la civilización —responde Soph con una sonrisa —¿No es eso maravilloso?
Yo estoy más concentrada en observar el cielo y los árboles. Como amo la naturaleza, en parte no me molesta esto… que eso no significa que no me duelan las piernas, se me dificulta respirar, ya no sienta mi trasero de tantas veces que me he resbalado y más importante que nada, que no esté muriendo de hambre. Una cosa no invalida la otra.
—¿Qué problema tiene la civilización? —pregunta Clover —A mí me gusta la civilización… Con sus autos, trenes, taxis… y sus aires acondicionados.
—Creo que necesitamos respirar aire fresco —digo —, nos viene bien que Sophie suelte los nervios previos a la boda.
—No estoy nerviosa —interviene Sophie.
—Estamos en un monte. Literalmente. —le dice Clover —Nos sacaste de la ciudad y ni sabemos donde queda esto. Aquí ya puedes contarnos todo.
—No lo estoy en serio —se ríe a carcajadas.
—¿No? —pregunto.
—Pues no, mi boda es a finales de este mes. Casi todo está listo.
Seguimos caminando, pero realmente la razón por la que tengo que pensar tanto sobre eso, es porque presiento que la razón por la cual no se centra tanto en su boda es quizás por nuestro drama y eso me hace sentir culpable. No sé cómo se siente estar a punto de casarse, pero no debería sentirse como miedo. Así que no me podría perdonar hacerla temer porque su día fuese arruinado.
Al final dejamos de caminar cuando vemos un río hermoso. Cae de una montañita pequeña, y se ve cristalino. Veo pequeñas aves alrededor. Es un paisaje hermoso, como el que prometimos que visitaríamos cuando teníamos apenas 16 años.
—¿Y ya? ¿Me sacaste de la cama un día a las 7:00 AM para venir a un río?
—Clover —la reprocho entre risas.
—No es cualquier río, se volverá especial, lo juro —inicia Sophie.
—A ver, dejemos algo claro. No porque estés en proceso de convertirte en la señora Avery tienes que arrastrarnos a volver a conectar con la naturaleza. Ella y yo nos aceptamos, de lejos.
—Las traje aquí con una sola intención.
—¿Cuál? —pregunto.
—Que Clover se relaje.
—Que me relajo de maravilla en un cuarto de Hotel, mira que sí. ¿Como me vas a traer al final del mundo?
—Algún día recordaremos estos momentos, y nos pensarás en los mosquitos, sino que estuviste aquí con tus amigas de la adolescencia.
Clover bufa.
—Hace un par de semanas ni nos hablabamos —rueda los ojos. Pero no es enojo, ni es molestia, lo dice entre risas y con amargo cinismo —. Por cierto, claro que recordaré los mosquitos.
A regañadientes veo como se quita los tenis y deja las mochilas de lado, para seguir a Sophie, quién se da un chapuzón. Solo mojo mis pies al inicio, pero finalmente terminamos jugando con el agua, bañándonos y riendo. Entre las cosas que más aprecio, es sentirme así, en casa. Quizás si nunca me hubiese alejado de ellas al irme, hubiese sido otra historia muy diferente, o quizás sería la misma Petra que soy ahora mismo. No lo sé.
—¿Sabes qué es lo que más me enoja? —dice Clover, cuando estamos las tres en el agua.
—¿Qué, Clov? —preguntamos.
—Que él fue quién dijo que no quería verme. Adam Jodido Henderson decide que no quiere verme. Que ya no quiere tener que enfrentarme. Que prefiere hacerme a un lado, otra vez. Creo que me merecía más que… dejarme con toda la presión.
—¿Cómo así?
—Si nos veíamos, ambos íbamos a tener que enfrentarlo. Ahora soy la única que teme… verlo. Él decidió no tener nada que ver… conmigo.
—No creo que él sienta menos miedo que tú, creéme —le informo entre risas. Sophie y yo nos vemos, comenzamos a reír porque estamos de acuerdo, cuando tuvimos esa cena Adam tembló al verme por pensar que Clover podría venir detrás —, tu presencia también lo sacude.
—Eso está obvio —dice con una leve sonrisa —, su hija se llama como yo.
—Razón número 1 de por qué la mujer siempre debe decidir el nombre del bebé, ¿Y si pasa como con Adam? —pregunto horrorizada.
En Clover veo como esas emociones nos confunden todo. Clover cree que él no siente nada, pero a su vez, está segurísima de que ella es importante para él.
—Eso es lo que me confunde —susurra Clover, cuando pongo en palabras aquello que pensé —, él siempre me confundió. Carajo, por eso no lo soporto. Es como si nada fuese claro, me estresa.
—Si deseas, podemos evitar que se topen en la boda. No estarán sentados en el mismo lugar —le dice Soph, tras acariciar el hombro de nuestra amiga —, será como si ni siquiera estuvieran en el mismo lugar.
Veo una sonrisa suave en los labios carnosos de mi amiga.
—No, quiero que nos pongas al lado. Hablo en serio. Al mismísimo lado. A ver cuál de los dos tiene más aguante.
—No vamos a pelear con nadie, Clov —le digo.
—No es pelea, lo juro. Es tu boda, no nuestro ring.
—¿Cuál es tu plan?
—No hay plan, solo terapia de choque —susurra poniendo su cuerpo estático para poder flotar en el río, es casi imposible, pero ella finalmente logra relajarse un poco.
—A mí me funciona más la terapia de contacto cero…
—¿Ah sí? ¿Cómo vas con ella, Petra? —me pregunta sonríendo.
+
Volvemos a la ciudad.
Tengo miedo. Aún tengo miedo de lo que signifique estar cerca de esas partes de mí que ya no quiero revivir. Me da miedo abrir mi corazón pensando que será para mejor, y abrir heridas.
Quizás acercarme a él no sea finalizar el ciclo, apagar esa estrella, sino romperme más. Llevarme a mí misma a ese abismo que me costó tanto dejar atrás, del que luche tanto para salir.
Le hago una llamada a quién era mi terapeuta en esta ciudad, pero no me contesta. Eso me hace sentir sin opción, sin salida, limitada a solo seguir adelante.
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Editado: 02.10.2024