—An —saluda Sophie mirando nerviosamente —, creí que estarían en la habitación de enfrente.
—La champagne de esta es mejor —responde Anker bebiendo de la copa de mi amiga, su pareja. Miro la escena, Clover y yo nos enfocamos en las dos personas que nos observan desde lejos. Adam tiene sus manos en los bolsillos, despreocupado pero concentrado. Thomas por otro lado, limpia las palmas en su pantalón de lino. Supongo que por sudor, hasta acá puedo escuchar como tiembla su pecho al inhalar y exhalar.
Thomas recorre el lugar con la mirada, quién está a su lado no quita los ojos de su foco.
—¿El champagne? —pregunta Soph con una risilla.
—Así es. Vinimos por un poco de esto.
Anker y Sophie tienen una conversación con sus miradas. Mientras tanto Thomas, quién se ha mantenido callado en la puerta, me sonríe y me escanea. Sus ojos recorren todo mi cuerpo y de repente me siento más insegura que nunca de las estrías de la copa de mis pechos, las celulitis de mis muslos o la flacidez de mis brazos. Clover, quién también es escaneada, entonces cruje su garganta para llamar la atención de todos. Yo me hago más pequeña, pero la confianza de Clover crece.
—¿Qué dijiste antes? —pregunta Clover mirando fijamente a Adam.
—Que te queda —repite Adam.
Grito internamente, porque es la primera vez que ellos dos se vuelven a ver. Clover lo mira, pasmada, y su silueta se refleja en el espejo grade tras de todas nosotras. A diferencia mía, ante la presencia de él, Clover no se ve tímida o vergonzosa, por el contrario, sube su cabeza y lo mira con altanería, sonríe de lado y veo la fuerza en sus ojos.
—El oliva es tu color.
Mi amiga no responde. Solo se da la vuelta, dandole la espalda y mirando al espejo de antes, se mira a ella misma de arriba a abajo con picardía. A diferencia mía también, su cuerpo es en reloj de arena, pero con grandes pechos y aún más grandes caderas tonificadas. No es una mujer pequeña, Clover es todo menos diminuta, y menos ante la presencia de él.
Con lo atractiva que es me parece que es totalmente apropósito que se baja hasta atar los tacones con cordones. Thomas ni lo nota, solo me mira a mí. Anker rueda los ojos y sigue hablando con Sophie, pero Adam… Adam traga seco y se ve obligado a vislumbrar las paredes como si fueran lo más interesante del mundo.
Veo entonces el miedo en los ojos de mi exprofesor, tiene miedo de lo que sea que está sintiendo ahora, de mi amiga, de lo que ella significa. Está aterrado y por eso jamás puede volver a mirarla. Los ojos azules de Clover se vuelven fijos en Adam cuando se vuelve a erguir, pero él ni lo nota.
Solo con su lenguaje corporal puedo decir que la idea de no tener que enfrentarla en la boda ya se desvaneció en su cabeza.
Nos miramos y reímos, estos dos son tan extravagantes como recuerdo.
—El verde siempre ha sido tu color —vuelve a decir Adam antes de marcharse y tomar su celular para distraer su vista.
Clover, entonces, baja la altura de su mentón, Se da la vuelta y entonces ve al hombre marcharse. El cuerpo de Adam sale con decisión de la sala, y tras sus pasos se ve como ella suspira.
Nos quedamos un segundo, solo uno, en silencio y antes de que podamos pensar en nada, Clover sale caminando a zancadas, resonando los tacones altos que tiene, estrella la puerta al salir y su corto pelo de desarma ante el viento de la calle.
Quedamos pasmados. Viendo como ella salió y sabiendo la amplia gama de posibilidades que existe conociendo las personalidades de ambos intento salir tras de ella, pero Thomas me toma de la mano, me detiene.
—Déjalos… Deben enfrentarse mutuamente.
Lo miro. Siento el calor de su mano. No puedo dejar de observarlo.
—Clover es explosiva y Adam es… Ya los conoces.
—Sobrevivieron a conocerse la primera vez, sobrevivirán reencontrarse —me susurra —, todo saldrá bien al final.
“Todo saldrá bien al final”.
No sé qué responder. Solo sigo apretando su mano igual que como él hace conmigo. Internamente no quiero mirar nuestras manos, eso podría hacer que me suelte. No quiero respirar fuerte, ni siquiera mover mis pupilas… No quiero interrumpir la calidez de su piel.
—El borgoña te queda hermoso —me dice con voz suave y tierna. Él siempre tan tierno. No he encontrado ni una alma tan delicada como la de él… aunque me esmero en compararlo incoscientemente con cada persona que conozco aún en contra de mi voluntad —, el vestido te sienta.
—No deberían verse los vestidos antes de la boda —respondo sin saber como tomar su halago.
—Eso es la novia —interrumpe Salomé. Ante la intromisión de la voz de ella, Thomas suelta mi mano y nos damos distancia. Mi corazón late y me quiero tomar asiento —. Lamento interrumpir… pero ¿Escuchan eso?
La mujer embarazada se levanta con mucho trabajo de por medio. Camina entre nosotros, y entonces al acercarnos más la puerta escuchamos como las ruedas de un auto rechinan.
—Mierda, mi auto —masculla Anker —, ¿Qué diablos hace Adam?
—Llamaré a Clover —dice Sophie atareada.
+
—No contesta —digo.
—Ni a mí.
—Sigan llamando —nos ordena Anker mientras mira su teléfono.
—Apagó el celular —entonces informo.
¿A dónde habrán ido?
—Adam también —dice Thomas. La tensión se siente en el aire —. Bueno, dejémoslos, son adultos. No creo que pase nada malo.
Esos dos son una cosa… impredescible.
Todos nosotros tenemos la situación encima, pero Salomé se durmió en el sofá. Cuando nos rendimos en llamarlos veo como Thomas ofrece que nos vayamos en su camioneta, voy a intentar despertar a Salomé, pero él me dice que no, que no es buena idea y Sophie añade que tiene un sueño muy pesado. Amablemente Thomas carga a Salomé en sus brazos, aun estando embarazada, y la deposita con mucha delicadeza en el asiento de atrás donde Sophie la esperaba para acomodarla.
—Y… ¿Volverás ya a tu floristería? —pregunto para soltar el silencio incómodo que se siente aquí delante, porque atrás están de los más relajados.
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Editado: 02.10.2024