"La vida es un carrusel que gira sin cesar, elevándote a las cimas de la alegría y descendiendo a los valles de la adversidad"
"¡Eres más fuerte de lo que crees!
Confía en ti, en tu fuerza interior para enfrentar los retos que se interponen en tu sendero. La valentía no radica en la inexistencia del miedo, sino en la determinación para avanzar a pesar de su sombra. Cultiva la esperanza, abraza la paz y la felicidad, porque te son merecidas por derecho propio."
“Favores ll.”
Brismaida Morfitis
***
Tal vez ya hayan intuido que mi travesía por este mundo no ha sido sencilla. Sin embargo, no temo afirmar que he conocido la felicidad. La clave de mi alegría radica en una revelación: no sólo podía sumergirme en las historias, sino también tejer las mías propias.
Mis limitaciones se erigieron en retos que exigían ser vencidos, desafiando las proclamas de la medicina con una audacia que rozaba la temeridad: "Bailar está fuera de tu alcance", me decían, pero mis pies se movían al compás de la música; "Estudiar lejos de casa es una quimera", afirmaban, y aún así, mi espíritu aventurero me llevó a cruzar esos umbrales; "Las excursiones son un sueño inalcanzable para ti", proclamaban, pero ahí estaba yo, recorriendo senderos y descubriendo horizontes bajo la atenta mirada protectora de mis hermanos.
Y la advertencia más sombría de todas: "El embarazo es un riesgo mortal para ti". ¿Y saben qué? Hoy soy madre de dos maravillosas niñas. ¡Sí, lo hice!
Nunca te metas con los designios de Dios, fue lo que le espeté a mi médico, quien primero me tildó de insensata y luego de temeraria cuando llena de ilusión fui a confesarle que estaba embarazada. Su mirada fue primero de incredulidad porque me había puesto una vacuna para impedir tal hecho. Luego al ver que era realidad, vino su sentencia: ¡Debemos interrumpir ese embarazo!
Sin embargo, aparte de que me negué rotundamente, mi propia enfermedad impedía que llevaran a cabo tal procedimiento y me dejó (palabras textuales): “En las manos de Dios”, era el único que podía hacer algo aseguró. Y Dios en su infinita misericordia, me mantuvo sana toda la época de mi embarazo.
Ja, ja, ja… Aún resuena en mis oídos la carcajada que solté al ver su expresión atónita al conocer a mi primogénita, y más aún cuando él mismo ayudó a traer al mundo a mi segunda hija. Después de eso... bueno, tuvo que redoblar sus esfuerzos con ayuda de Dios, para asegurarse de que yo siguiera aquí. Mi gratitud es inmensa, doc.
No me atrevería a sugerirles que sigan mi camino, lleno de riesgos y desafíos que desafiaron la lógica y la prudencia. Pero tampoco les aconsejaría permanecer inmóviles ante las dificultades, ni permitir que la depresión, esa bestia insidiosa, los devore sin resistencia. Confieso sin pudor que he caído en sus garras en más de una ocasión.
No obstante, siempre ha sido esa chispa de locura, el gozo de estar vivo, de sentir el aire llenar mis pulmones y el pulso firme de mi corazón, lo que me ha salvado. Y ahí, en medio de la penumbra, mi imaginación se convierte en una aliada inesperada, utilizando a la depresión como lienzo para pintar universos oscuros, fantásticos y sobrenaturales que, con un toque de magia, me devuelven a la luz.
Así que les insto: no se rindan. Aunque la oscuridad los aceche, busquen esa chispa interna, esa alegría indomable de vivir. Sigan adelante.
Y esa ha sido mi filosofía de vida: buscar la belleza oculta en lo cotidiano, encontrar la bondad en las personas, apreciar los pequeños detalles que nos rodean y que a menudo ignoramos por enfocarnos solo en lo negativo. ¿Cuántas veces he visto la luz? Innumerables, ya perdí la cuenta, aún ahora que escribo esto para ustedes estoy en una fría habitación con el concierto de sonidos de aparatos a mi lado. Pero nunca me he rendido ni me rendiré, siempre he creído que existe algo más esperando por mí.
Cada vez que mi cuerpo queda confinado por la enfermedad, mi mente se alza en vuelo. ¿Qué quiero decir con esto? Que escribía y escribo incansablemente. Mis relatos se acumulan en libretas y ahora llenan archivos en mi computadora. Historias nacidas de todo aquello que observo, ya sea paseando o desde la quietud de una ventana, dentro o fuera del hospital. Jamás he permitido que mi espíritu sea cautivo; escribo y vivo.
Durante mis años de estudiante, coseché reconocimientos en concursos de escritura que para mí significaban mucho más que simples premios: eran llaves que abrían puertas hacia innumerables mundos, billetes para viajar sin moverme del sitio. Cada galardón era un testimonio de que mi realidad podía expandirse a través de las palabras, un refugio donde el dolor se diluía y los problemas se desvanecían. La escritura se transformó en mi mundo, un espacio donde la magia era real y el sufrimiento, efímero. Y yo sigo escribiendo...
Como reza la cita que inicia este capítulo de mi propia novela "Favores II", la vida es un carrusel. Hoy puedes tenerlo todo y mañana, perderlo. Por eso me aferro a cada momento, buscando lo bello y lo noble en los demás. La realidad ya tiene suficientes sombras como para fijarnos sólo en ellas. ¡Ánimo! No estás solo, aunque así lo sientas. Posees un tesoro: tu imaginación. Con ella puedes evadirte de las penumbras que te rodean, hallar soluciones y jamás rendirte.
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Editado: 06.04.2024