Me pregunté mil veces
en qué momento dejé de ser suficiente.
Si hablé de más,
sí pedí demasiado,
si mi silencio te aburrió,
o si mi amor te ahogó.
Me creí culpable
de tu indiferencia,
como si pudiera controlar
la forma en que dejaste de mirarme.
Pero luego entendí —
no hice nada malo.
Solo fuiste tú,
dejando de amarme
como quien cierra la puerta
sin mirar atrás.
Pero...
sigo buscándome la culpa
en el espejo.