Me contuve tanto tiempo,
tragándome palabras
que hoy me salen en llamas.
Te llevaste mi risa,
mi calma,
mi fe en el amor.
Me dejaste vacía
y aún así actuaste
como si tú fueras la víctima.
¡Tú!
Que mentías con voz dulce
y ojos limpios.
¡Tú!
Que jugabas a quererme
mientras buscabas otra piel en silencio.
Me quemé las manos
intentando sostenernos,
y ahora dices
que fui yo
quien encendió el fuego.
Qué fácil es culpar
a quien ya está en ruinas.