La eternidad del abismo

El abismo también tiene tu nombre

Intenté alejarme.

Lo juro.

Cerré puertas, apagué luces,
rompí cartas, borré fotos.

Pero hay cosas que no se eliminan,
solo se aprenden a soportar.

Como tu ausencia.

Como este eco en el pecho
que grita tu nombre
incluso cuando no quiero escucharlo.

Me convertiste en ruina,
y aún así...
me recuesto cada noche
sobre los escombros
como si fueran una cama.

El abismo tiene tu voz,
tu olor,
tu risa.

Y lo peor de todo:
me acostumbré.

A caer.
A buscarte en la oscuridad.
A no querer salir,
por miedo a no sentir nada más.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.