La eternidad del abismo

Sube... y no salva

Hoy desperté jurando que ya no.

Ya no pensarte,
ya no extrañarte,
ya no doler.

Pero la tarde llegó
con el recuerdo de tus manos,
y la noche...
con tu voz tatuada en mi cabeza.

Entonces bajé los brazos.

Otra vez.

Me abracé al vacío
como quien se aferra
al monstruo que conoce.

Porque contigo
todo era extremo:

O amaba demasiado,
o me rompía completa.

Y aún así,
subía a tu montaña rusa
sin cinturón de seguridad,
rogando
que esta vez
no fuera el final.

Spoiler:
Siempre era el final.

Y yo,
aún así,
seguía haciendo fila.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.