Ya basta.
No me lo gritaron,
no me lo dijeron...
Me lo dije yo.
En voz baja,
con el alma rota,
pero firme.
Ya basta de justificar ausencias,
de rogarle a quien no escucha,
de apagarme para que tú brilles.
Siempre pensé que estaba en un hueco,
pero nunca noté
que el hueco era tu forma de tenerme.
Quietita.
Apagada.
Rota.
Pero hasta el fondo tiene techo,
y hoy mis dedos
tocaron la piedra fría de ese límite.
No me quedo aquí.
No soy ruina,
no soy lo que me dejaste.
Soy luz,
aunque aún no lo parezca.
Porque incluso el abismo
se asusta de una mujer
que decide
salvarse.