Capítulo 18: El Dios del Karma.
Creo que escuchar a Camila sintiendo celos por ti y saber lo que se sentía, fue lo que hizo que Yanis se ablandara con ella, la comenzó a considerar algo así como su compañera de dolor, por lo que también comenzó a escuchar seriamente lo que ella le contaba, y de vez en cuando también abría la boca para expresar algo, y conforme fueron pasando los días, semanas y meses, ese algo se fue haciendo más profundo y personal, hasta que llegó el momento en el que le apeteció desahogar aquel oscuro pasado que tenía atorado en la garganta.
Prepárate para lo que estás por leer con unas palomitas. En una ciudad al sureste de la nuestra, Tycheros, se hallaba una familia con un poder y riqueza igual o mayor que la de la Eisenhide, mi familia de sangre, esa familia eran los Lizardi. Los señores Lizardi tuvieron dos hijos varones a los que hicieron que toda la ciudad adorara y venerara prácticamente como seres divinos. El primogénito, Timoteo, y el segundo hijo, Yanis.
Timoteo fue la total adoración de sus padres, algo parecido a lo que Román era para Santiago y Griselda, solo que a Timoteo lo educaron de forma que se sintiera una deidad, alguien superior con el deber de regocijarse en su riqueza y jactarse de la pobreza y desgracia ajena. Timoteo creció como un niño malcriado, egoísta y envidioso, alguien que veía primero por él y luego por él, alguien ambicioso, interesado, oportunista, soberbio, ególatra, orgulloso, vanidoso y arrogante, sin lugar a dudas, alguien detestable.
Todas las enseñanzas de sus padres, desde mirar con desdén a los sirvientes como su madre, hasta ofenderse porque la sopa estaba un grado más caliente de lo que a él le gustaba como su padre, Timoteo se encargó de enseñárselo a su hermano menor, Yanis, quien creció feliz de ser un pequeño Timoteo.
Pero cuando Yanis cumplió 7 años, fue descubierto un poder en él con el que unos años más tarde, en serio lo catalogarían como un dios, pero en aquel tiempo, sólo servía para hacer felices a las amistades de sus padres. Yanis descubrió su poder durante una discusión con un sirviente, él estaba muy enojado y terminó abofeteando a aquel sirviente, dejando una semilla de maldición en su mejilla, aunque en ese momento ninguno de los dos se percató. Sin embargo, unos días después, Yanis escuchó que a aquel sirviente le había salido un lunar negro en la mejilla de la noche a la mañana, y el odioso niño deseó que el lunar fuera súper feo.
—Lo primero que pensé fue: «Ojalá tuviera forma de una mierda» —le explicó a Camila—. Y entonces, cuando lo vi al día siguiente —soltó una carcajada—, ¡el tarado tenía una mierda en la cara!
Luego de eso, Yanis pensó vagamente en la posibilidad de que aquella mierda en la cara del sirviente hubiera sido obra suya, y trató de experimentar con otros sirvientes. Una vez todos y cada uno de los sirvientes obtuvo una mierda en alguna parte de su cuerpo, el pequeño travieso de 7 años habló de ello con sus padres y estos de inmediato comenzaron a difundir la noticia de que Yanis era un ser divino capaz de poner marcas benditas sobre las personas.
Al principio, la mansión se llenó de amigos de la familia, familiares, y personas de buenísimas familias que iban a recibir una marca bendita, y ellos mismos escogían la forma y el color de la marca que querían, aunque ninguna podía repetirse, por ejemplo, si Yanis le había puesto a alguien una semilla que diera frutos en forma de arañas rojas, si alguien más quería una araña, o tenía que ser de otro color, o tenía que ser una araña con una forma un poco diferente. Tiempo después, alguien volvió a la mansión Lizardi para expresar su descontento con la supuesta marca bendita, ya que ésta había comenzado a extenderse. «Es porque tu suerte está incrementando», respondieron los señores Lizardi, y ese alguien salió de ahí estúpidamente satisfecho.
Luego de 2 años, los Lizardi comenzaron a recibir visitas de personas de menor nivel que habían vendido prácticamente todas sus pertenencias para ir a Tycheros y poder recibir una marca bendita de Yanis. Para ese punto, el niño de 9 años era un poco más consciente del funcionamiento de su poder, por lo que de vez en cuando daba paseos por el pueblo y activaba solo las frutas de buena suerte que lograba sentir a su alrededor, así garantizó su puesto como divinidad. La familia Lizardi incrementó aún más su riqueza, se pudrían en tanto dinero gracias a que se extendió información sobre Yanis y muchas personas, pobres y ricas, comenzaron a ir a esa ciudad para recibir también su marca del Dios de la Buena Suerte.
Timoteo de pronto había sido desplazado a un segundo plano, no tenía ningún poder con el qué competir contra su hermano, pero se negaba a sentirse inferior a él. Los celos y el odio que comenzaron a nacer en el corazón de Timoteo, fueron los que lo orillaron a salir de la mansión y ponerse en contacto con personas del bajo mundo, les dio a personas peligrosas libertades especiales a cambio de su apoyo y colaboración en algún futuro.
(Universo 2, E10, 52 años desde el nacimiento de los hijos de Junuem)
Un día, cuando el primogénito cumplió 15 años, fue llamado por el señor Lizardi y le fueron mostradas un montón de fotografías de chicas lindas de clase alta, las cuales eran sus prospectos a futura esposa, todas y cada una de ellas habían sido criadas para ser mujeres mansas y obedientes, habilidosas y capaces de realizar todo tipo de tareas para complacerlo.
—Quiero a esta —dijo señalando una foto al azar y de inmediato se retiró para encerrarse de nuevo a su habitación.