La eternidad en un mar de estrellas.

Cap. 25: Qué imbécil, patético e iluso.

(Universo 2, E10, 66 años desde el nacimiento de los hijos de Junuem)

Alan se detuvo unos segundos y luego de mirar al techo, continuó hablando—. Según la señora Simona Aboulker… mi madre… se enamoró de Tahiel. Y además tiene una hija con él.

¿Te imaginas el impacto que me provocó esa noticia? O sea, el propósito de la batalla que me había costado mi hermano, era recuperar a la señorita Miriam, pero si ella se había enamorado del enemigo y había hecho una familia con él, ¿eso no significaba que rescatarla se había convertido en algo absurdo? Entonces, ¿para qué demonios peleamos con Tahiel? ¿Acaso mi hermano había muerto por nada?

—Sin embargo mi padre no quiere creerlo —continuó Alan—. Luego de conocer el poder de Tahiel, piensa que es posible que mi madre solo esté manipulada para creer que está enamorada de él, pero Simona dijo que Tahiel de verdad la ama, eso significa que no puede usar su poder en ella, y por tanto los sentimientos de mi madre hacia él son verdaderos. Solo que mi padre no lo quiere admitir.

—No pareces tan afectado como se esperaría —dije tanteándolo con la mirada.

Él se encogió de hombros—. Tahiel se llevó a mi madre cuando yo tenía 3 años, no tengo muchos recuerdos de ella, así que siendo sincero, no puedo decir que la quiero… para mí no es más que una extraña. Sin embargo, si mi padre quiere volver a pelear contra Tahiel, no me queda de otra más que volver a ofrecerle mi ayuda.

—¿Por qué el supervisor debería hacerlo? Tu madre… no creo que ella quiera separarse de Tahiel…

—No es solo eso —interrumpió Camila—. Tahiel se llevó a Eider, tenemos que recuperarlo.

Apreté los puños sobre mis rodillas—. ¿Eider…? Si ese es el caso, yo también…

—¿Tú también qué, Massiel? —preguntó mamá Sandra luego de entrar a la habitación.

Era evidente que mamá Sandra se opondría a que yo participara de nuevo en una batalla contra REVENISH, ya había perdido a César, no estaría dispuesta a perderme a mí también, pero… Eider era para mí como un hermano menor, no podía quedarme de brazos cruzados sabiendo que él no se fue por su propia voluntad. Buena o mala suerte, no sé bien qué sería, pero justo en ese momento apareció la mujer que quería matarme, la prima de mamá Sandra, Simona Aboulker. No creí ser capaz de ver a mi mamá con una cara aún más intimidante que la que vi cuando llegamos y sus ojos vieron al supervisor, pero lo hizo, ella miró con total desdén y furia a Simona.

—¿Qué es lo que te preocupa, Sandra? —preguntó Simona.

Ella chasqueó la lengua—. ¿Qué clase de pregunta idiota es esa? Es obvio que no quiero ver a otro hijo mío muerto.

Sandra me dio un vistazo—. Él no puede ser tu hijo… ¿o acaso te enredaste con otro hombre tan pronto murió René?

—No te atrevas a pronunciar su nombre con tu asquerosa boca, perra.

Los tres más jóvenes ahí miramos con temor las chispas que despedían los ojos de ellas dos.

—M-mamá… estaré bien —traté de intervenir—. Te prometo que no moriré.

Ella me miró con el ceño fruncido—. ¿Acaso César no te prometió lo mismo?

Bajé la cabeza sin ser capaz de responderle.

—El chico ya está un poco grande como para tener que obedecerte, ¿no lo crees? —comentó Simona—. Además, la principal razón por la que te opones es porque está vez yo estaré de su lado, no quieres que tu preciado niño y yo hagamos equipo, ¿cierto? Te ha de enfermar la idea de verme junto a alguien que te importa.

—Sí —admitió mamá Sandra—, jamás podré perdonarte… si hubiera estado sola tal vez... pero gracias a ti, mi hijo César tuvo que crecer junto a la basura, él no merecía esa vida de perro.

—Pero —volví a intervenir—… fue gracias a esa vida de perro que yo los conocí. Aunque claro… supongo que tener una buena vida te habría gustado más que conocer a un niño problemático como yo…

El rostro de mamá Sandra se ablandó—. No, no… uhm… Massiel…

Simona soltó una carcajada—. El chico sabe cómo manipularte. Me agrada. Haré que se haga fuerte, pondré a Jano para que lo entrene. No dejaré que alguien que puede ponerte así de nerviosa muera ante el bastardo de Tahiel.

Mamá se quedó en silencio para meditarlo un momento—… En ese caso… yo también participaré.

—Pff, no me hagas reír. Si bien solías tener un poder monstruoso cuando eras joven, llevas años sin utilizarlo, ¿no?

—Mi poder no ha disminuido ni un poco, y aún soy joven, apenas estoy en mis 36 años, si entreno un poco, puedo acabar con cualquiera.

Unos días después, Simona nos contó que ella vio desde la mansión de los Cannatela la pelea de César, sin duda fue la más impresionante de todas, estaba segura que César fue el único que dio problemas, era muy fuerte… pero era fuerte a comparación de nosotros. Simona dijo que César en realidad era débil, y que todos nosotros éramos aún más débiles, vivíamos pacíficamente y nos faltaba experiencia para saber actuar bajo una situación desesperada en medio de una pelea. Lo que más me impresionó de aquella plática con ella, fue que admitió la fuerza de mamá Sandra, por lo que dijo, aquel poder que mostró César en la batalla, mamá Sandra era capaz de comparársele a la corta edad de 10 años.



#15055 en Novela romántica
#9104 en Otros
#1429 en Acción

En el texto hay: muertes, viajes en el tiempo, super poderes

Editado: 29.10.2023

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.