¿Quieres que te cuente sobre el mago del río Nero?
—Obvio —has de estar diciendo.
Sí, claro que quieres que te cuente sobre él.
Ilhan Duarte nació en una pequeña ciudad llamada Nero, ubicada al norte de la ciudad Dynami en donde se encontraban los Cannatela, por lo anterior, los habitantes de Nero vivían más humildemente a consecuencia de que Nero se veía opacada por Dynami, aun así, los habitantes de Nero hacían todo lo posible por ocultar sus carencias y presumir de bienes que no poseían. Pero Ilhan era un niño extraño. Siempre estaba sonriendo a pesar de llevar ropas viejas y una vida que nadie ahí deseaba tener.
Veras, nadie, ni siquiera él mismo, sabía algo sobre el paradero de su madre, es más, ni siquiera estaba seguro de si estaba viva o muerta, porque las pocas veces que trató de preguntarle a su padre por ella, él solía ponerse a llorar sin darle una respuesta clara. El padre de Ilhan solía quedarse encerrado en una fábrica de juguetes en la que trabajaba sin descanso hasta casi desfallecer, supongo que él sabía que lo estaban explotando, pero no podía arriesgarse a perder su trabajo cuando tenía que darle de comer a su hijo, así que lo soportó, aun cuando eso significó que las pocas veces que pisaba el suelo de su casa, era para tirarse sobre la cama y prácticamente entrar en coma.
En esos momentos, Ilhan entraba en silencio a la habitación mugrienta de su padre, y se acostaba a su lado para contarle cómo había sido su día, lo hacía en voz muy bajita, susurraba tan bajito que apenas era audible, lo hacía para no despertarlo. Al final, Ilhan se emocionaba tanto que pasaba horas «platicando» con su padre, y terminaba por quedarse dormido a su lado, para cuando Ilhan despertaba, su padre había vuelto a desaparecer y una manta cubría su cuerpo.
Seguro que te preguntarás, si mamá y papá no estaban en casa, ¿qué hacía Ilhan todo el día? ¿Ir a la escuela? ¿Jugar con sus amigos? ¿Permanecer en casa todo el día? No, no y no.
Ilhan normalmente salía a la calle a dar largos paseos, escuchaba cómo las personas hablaban entre cuchicheos de él, y veía como lo señalaban con el dedo con sonrisas burlonas sobre sus rostros, él recordaba mirarlos en silencio, porque no sabía que había en él que era tan gracioso, no lo entendía bien pero no podía dejar de sentirse incómodo y hasta molesto por causa de esas sonrisas.
(Universo 2, E10, 41 años desde el nacimiento de los hijos de Junuem)
Él tenía más o menos 8 años cuando un mago hizo su aparición por la plaza principal de la ciudad, hizo un espectáculo gratuito y les ofreció a todos sus maravillosos trucos, desde sacar palomas de su sombrero hasta hacer llover mariposas de papel de color amarillo. Ilhan fue completamente cautivado por la magia que presenció aquel día, se convenció a sí mismo que si él se convertía en un mago, podría hacer que las personas le sonrieran de la misma forma que le sonrieron a aquel amable mago, y no como normalmente le sonreían a él.
Pero nunca pudo hacer que decenas de palomas salieran de un sombrero, no tenía un sombrero para empezar, ni tampoco una baraja de cartas, ni monedas con las que pudiera hacer trucos, tampoco tenía una barita mágica, ni nada de las cosas con las que contaba el mago de sus recuerdos. Pero en el verano de su décimo año de vida, con el sueño de ser mago aún caliente en su mente, vio a una pequeña niña caer de un puente que cruzaba un río, él saltó al agua y nadó con rapidez hasta que alcanzó a la pequeña, pero cuando trató de acercarse a la orilla, la fuerza del agua le hizo imposible hacerlo.
(Universo 2, E10, 43 años desde el nacimiento de los hijos de Junuem)
«Si tan solo fuera un mago», pensó, «Si fuera un mago podría salir de esta situación con magia». Y la magia ocurrió. El río se detuvo como si el agua hubiese perdido toda su fuerza y hubiera decidido tomarse un descanso, gracias a eso Ilhan pudo acercarse a la orilla sin muchos problemas, y después de tocar tierra, él volteó hacia el río porque aún le costaba creer lo que había pasado, pero éste había vuelto a correr, como si nunca se hubiese detenido.
—¿Quién eres? —preguntó la niña mientras tosía un poco de agua.
—¿Yo…? —Sonrió ampliamente mientras ponía sus manos en su cintura y sacaba el pecho con orgullo—. ¡Soy el Mago del Río!
Ilhan tomó la mano de la niña para ayudarle a ponerse de pie y sin soltarla la llevó hasta la estación de policía en donde sus padres ya la habían reportado como perdida. Tras ese incidente, Ilhan comenzó a ir al río para tratar de detenerlo, el día que salvó a la niña no había nadie además de ellos dos, así que estaba seguro de que él había sido el responsable de lo que ocurrió con el río.
—¿Por qué esto no está funcionando? —musitó luego de haberlo intentado una semana entera.
—¡El Mago del Río!
Ilhan se giró hacia atrás y vio a la misma niña de días atrás—. Hey, hola… ¿y tus papás?
—En casa —respondió ella mientras corría hacia él y se detuvo hasta que pudo tomarlo de la mano.
—¿Viniste tú sola hasta aquí?
Ella asintió—. No quisieron acompañarme a verte, me dijeron que no existes porque no es posible que exista alguien capaz de detener un río, también mencionaron algo como que solo dije eso para llamar su atención.