La eternidad en un mar de estrellas.

Cap. 38: Tú eres mi única familia.

A ese Massiel que jamás te vio en su vida, vamos a llamarlo «Massiel Original», él y yo compartimos los mismos recuerdos de nuestros primeros años de vida, así que todo lo que te escribí al principio de esta gigantesca carta sirve para describir la vida de Massiel Original, te preguntarás entonces, ¿en qué momento Massiel Original y yo empezamos a convertirnos en personas distintas? Pues en realidad deberías saberlo, ¿recuerdas cuándo fue la primera vez que yo te vi a ti?

Lo sé, te emociona recordar que escribí que tú fuiste mi primer amor, yo tenía 8 años, seguía triste por haber perdido a mi cochecito, y tú tenías 24 años, tenías frío luego de esperarme por horas en el basurero con una bolsa con tres pares de guantes, unas vendas y un desinfectante. Ese día, el día en que me enamoré de ti, el día que comencé a llamar a mamá Sandra «mamá Sandra», el día que la nombré a ella y a César mi familia de corazón, fue el día que Massiel Original y yo comenzamos a diferenciarnos.

(Universo 2, E1, 56 años desde el nacimiento de los hijos de Junuem)

Massiel Original fue al basurero para buscar a mamá Sandra y a César, cuando llegó, miró su reloj y vio que eran las 3:37 de la tarde, se preguntó por qué esos dos no estaban ahí si a esa hora normalmente estarían pepenando. Subió a una montaña de basura para buscarlos con la vista desde la cima, pero no pudo encontrarlos, pensó que quizás estarían en una zona más alejada de la que acostumbraban pepenar, tal vez por la época, no había mucha basura útil y ellos debieron buscar en otras partes del basurero, en parte también decidió caminar que quedarse parado ahí, porque si no se movía, sentía que el frío lo iba a congelar.

Bajó de la montaña de basura y no escuchó tu voz llamándolo, porque tú no estabas ahí, tú ni siquiera habías nacido, faltaban 32 años para eso, y empezó a caminar por zonas que él desconocía del basurero. Por supuesto, como tú no estabas ahí, nadie le advirtió a César que mamá Sandra estaba herida, y para cuando se dieron cuenta, la herida se había vuelto enorme y se había comenzado a infectar, luego de que regresaran a su casa, César rompió una tira de tela de su pantalón y con esta amarró el brazo de mamá Sandra para evitar que siguiera saliendo el chorro de sangre con el que se había pintado toda su ropa, y luego con un trozo de tela sucia trató de detener la hemorragia, presionándolo sobre la herida.

Mamá Sandra agradeció que aquel día fuera especialmente frío, gracias a eso había perdido un poco de sensibilidad, y el dolor de su herida era hasta cierto punto soportable, sin embargo, sentía, que estaba por desmayarse y no veía cómo salir bien de esa situación.

—César…

—No hables —dijo mientras buscaba con la vista algo en su casa que pareciera útil en esa situación, pero no pudo encontrar nada, así que volvió a acercarse a mamá Sandra y se sentó en el colchón en el que ella estaba acostada.

—¿Recuerdas cuando tenías 3 años y yo te traje un pollito como regalo?

—… No…

—Se llamaba Mantequilla, tú lo adorabas… hasta que se convirtió en un gallo y te comenzó a dar miedo. ¿Recuerdas cuando cumpliste 4 años y yo te cociné carne por primera vez?

—… Tampoco.

—Era carne de pollo.

Él cerró los ojos por un momento, asintió y luego se giró hacia mamá Sandra—… ¿Cocinaste a Mantequilla?

—Sí.

—Bueno… ni siquiera lo recuerdo, así que está bien.

—¿Recuerdas cuando cumpliste 5 años y yo cacé a un conejo para dártelo de regalo?

—¿Algodón? —recordó con una sonrisa.

Ella asintió—. Algodón.

—Sí, a ese creo que sí lo recuerdo.

—¿Y recuerdas que cuando cumpliste 6 años, algodón desapareció y para animarte un poco te cociné carne?

—Sí, era la primera vez que comía algo tan rico, pero igual seguí triste porque aún extrañaba a Algodón.

—Qué bueno que te gustó… era carne de conejo.

César volvió a cerrar los ojos, esta vez frunciendo un poco el ceño, pero luego decidió hacer como si nada y se encogió de hombros—… Oh… bueno, Algodón… estaba delicioso.

—¿Recuerdas que cuándo cumpliste 7 años, te traje un tlacuache?

—Pepe —susurró.

—Sí, Pepe…

—Ay… no… Pepe no.

—¿Recuerdas que a los 8 años volví a cocinarte carne?

—… Era… ¿era Pepe?

—Sí.

—¡No! —gritó él dramáticamente.

—¡Si! —gritó ella dramáticamente también.

—¡Me comí a Pepe!

—¡Te lo comiste!

—Agh… demonios —se talló la cara con las manos—, creo que voy a llorar… A los 9 años no me trajiste nada.

—Te deprimiste tanto luego de que desapareciera Pepe, que ya no te traje nada por temor a que volvieras a llorar del mismo modo, aunque recibiste un mejor regalo que un animal, ¿lo recuerdas? A los 9 años conociste a Massiel.

—¡¿Me voy a comer a Massiel!? —preguntó asustado.



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En el texto hay: muertes, viajes en el tiempo, super poderes

Editado: 29.10.2023

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