Cuando Casper volvió a abrir los ojos, vio la luz blanca de la habitación en la que metieron a Erika tiempo atrás cuando se puso como loca porque le impidieron encontrarse con su amigo Saúl, y del mismo modo que a ella, lo sujetaron a la camilla de modo que solo podía mover la cabeza.
—¿Te divertiste conduciendo el bote? —le preguntó el director del hospital—. A partir de ahora, tendrás un nuevo tratamiento, recibirás varias terapias de choque.
Casper tragó saliva—. ¿T-terapia de choque?
—No dolerá, no te preocupes. Estarás anestesiado —aseguró el enfermero Ryman.
—Por culpa de ustedes dos —continuó el director con fastidio—, no podemos dejar que más gente salga herida.
Casper giró su cabeza hacia un lado y se percató de que Erika se hallaba sujeta a la camilla de al lado.
—Comenzarán desde mañana. Esta semana, Erika Sherman irá primero. La semana que viene será el turno de Casper Benzai. Pronto ustedes serán buenos chicos, así no se meterán en problemas de nuevo, ¿verdad? —Se retiró dedicándoles una mirada de desaprobación.
Luego el enfermero Ryman apagó las luces y se fue detrás del director, cerrando la puerta.
—Oí que destrozaste el bote —comentó Erika.
Casper cerró los ojos y recordó el momento en que chocó contra las rocas—. Yo solo recuerdo chocar contra la orilla. ¿Por qué te atraparon otra vez?
—Olvidé el poder de las señoras chismosas, ellas fueron las primeras en saludarme cuando llegué a tierra, y antes de darme cuenta, ya tenía a tres policías sobre mí. Pero hay algo que me preocupa, cuando salí del agua, mis calzoncillos habían desaparecido.
Casper soltó una carcajada.
Erika también lo hizo—. Así que cuando salí del agua, estaba desnuda, solo con mi sostén y con una bolsa de plástico colgada de mi cuello.
—Después de todo este tiempo, te atraparon con una bolsa de plástico y tu tesorito al descubierto. ¿No puedes hacer nada bien?
—Te dije que llevaba sostén, al menos no dejé que vieran mis melones. Pero supongo que no —, suspiró—, no hago nada bien.
—Pero ¿cuál era tu plan? ¿A dónde ibas a ir?
—A la montaña que está al sur.
—¿Por qué allí?
—Ahí es donde está mi globo, mi amigo lo habrá puesto ahí si lo que el falso doctor oyó es cierto.
Al día siguiente, el corredor en marcha causó un disturbio y recibió terapia de choque en lugar de Erika, y algo les decía que tardaría menos que el músico callejero en encontrar la iluminación. Por supuesto, tarde o temprano Casper y Erika también lo harían. Más tarde, el bibliotecario buscó a Casper para mostrarle que había sacado 70 puntos en un nuevo libro de ejercicios, y le llevó una paleta de caramelo para agradecerle sus enseñanzas.
—Bibliotecario, ¿el camión de la basura llega el viernes, cierto? —inquirió Casper.
Él asintió con la cabeza—. Sí, si no hay nada especial.
—¿A qué hora viene normalmente?
—Entre las 2:00 y las 3:00 de la tarde.
—¿El conductor viene solo o acompañado?
—Siempre está solo.
—… Por favor —puso su mano sobre el hombro del bibliotecario—, lleva a Willy en el carro de la lavandería, si eres tú quien lleva el carro, nadie sospechará nada porque todos saben que te encanta encargarte de la ropa y eres de los que mejor comportamiento tiene en el hospital. Por favor, ayúdala, ella morirá o se volverá estúpida si se queda aquí.
—No estoy en posición de pedirle esos favores al conductor. Pero ¿solo Willy? ¿Tú no vas?
Casper ladeó la cabeza—. ¿Yo?
—Me ayudaste con mis estudios, y fuiste a aislamiento por Willy, ¿por qué no hacer algo por ti?
Agachó la cabeza y negó con ella.
—He visto muchos pacientes mientras estaban aquí, pero cada vez que te veo, es un poco… ¿por qué viviría así una persona? Así que le pregunté al enfermero Ryman cuando salí a hacer el examen. Le pregunté lo que padecía la señorita Benzai, él dice que sufres escapismo. No lo entendí en ese momento, ¿quería decir escapar del hospital? Pero ahora creo que lo entiendo, es escapar del mundo, y de ti.
Cuando llegó la hora de dormir, Casper esperó a que los pacientes de la habitación durmieran por completo y que los enfermeros entraran a revisar que todo estuviera en orden para luego despertar a Erika y hablar con ella.
—¿Qué quieres, señorita Benzai? —preguntó Erika medio dormida—. ¿Acaso quieres que durmamos en la misma cama?
—No se trata de eso. A las 2:00 de la tarde, el librero vendrá a nuestra habitación, bajará al aparcamiento en el ascensor, entonces llegará la camioneta de lavandería a las 3:00, a partir de ahí, tendrás que esforzarte para llegar a la montaña del sur, ¿lo has entendido?
—Uhm… el librero vendrá a la habitación a las 2:00 para recoger las sábanas, luego me escondo en el carro de lavandería, tomo el ascensor hasta el aparcamiento, entonces llegará el camión a las 3:00, desde ahí me esforzaré para llegar a la montaña del sur.