La eternidad en un mar de estrellas.

Cap. 64: ¿Quieres ensayar mi funeral conmigo?

Unas semanas más tarde, me pediste que te llevara con Sasha para conocer a sus hijos, apenas y podías creer que yo me había convertido en tío, así que estabas muy emocionada por ver a los pequeños. Yo había estado evitando ir porque era consciente de la proximidad de la batalla contra REVENISH y para ser sincero… tenía mucho miedo de ver a Sasha y que él viera la sombra de la muerte a mi alrededor. Pero por buena o por mala suerte, mi primo se encontraba trabajando y solo vimos a Romina, Sarah y Rodolfo, y ya cuando nos despedimos, le pedí a Romina que le dijera a Sasha que, si nos volvíamos a ver y notaba algo realmente malo en mí, no me lo dijera.

Yo era consciente de que podía morir, y que ese «podía morir» se inclinaba horriblemente al «voy a morir» más que al «no voy a morir», pero aun así me reconfortaba la posibilidad, por más mínima que fuera, de continuar en este mundo, estaba en un punto de mi vida, en que había logrado apreciar cada instante que vivía, porque estaba conforme con la persona en la que había convertido, y ese actual yo no pudo ser así si no hubiera pasado por todos los buenos y malos momentos que pasé, y por supuesto, tampoco habría sido posible haber terminado así si no hubiera sido por las múltiples intervenciones que hiciste para convertirme en el Massiel que soy, y créeme que de verdad lo valoro.

Por ello no quería escuchar de la boca de Sasha que la sombra de la muerte me estaba rodeando, porque entonces no cabría duda de que yo iba a morir, y en serio me encontraba aterrado de que eso sucediera. Así que los siguientes meses que fueron transcurriendo, fueron de cierta forma un tormento para mí… yo de verdad no quería morir, me aterraba la sola idea de hacerlo, no podía dejarte experimentar de nuevo ese dolor, pero había otra parte de mí… que se estaba preparando para aceptar mi muerte, y que quería pensar en una forma de que tú, más que nadie, incluso más que yo, la aceptara también.

Y entonces en un día de febrero del siguiente año, con la sensación de que la batalla contra REVENISH nos estaba acariciando, y también con las sonrisas forzadas que hacía Sasha cada vez que nos veíamos, comencé a pensar bastante en: «Y si yo muriera mañana…», y me dieron ganas de planear mi funeral, además de la forma en que debía ponerle fin a tu obsesión por prolongar mi vida más de lo debido. Así que, aun sabiendo lo cruel que podía ser, entré a tu habitación una tarde después del trabajo y te pedí salir conmigo.

—¿Estás libre ahora? —te pregunté.

—¿Qué pasa? —Dejaste a un lado el libro que estabas leyendo y te paraste de la cama.

Ni siquiera dudaste en ir conmigo, y eso me hizo sonreír—. ¿Quieres ensayar mi funeral conmigo?

La leve sonrisa que tenía se desvaneció—. ¿Eh?

—No pongas esa cara. Un día voy a morir, es lo normal, soy un simple mortal. Espero que hagan un funeral que de verdad me satisfaga, Entonces, ¿me acompañas? Por favor. Prometo que será la última cosa que te pediré.

Hiciste una mueca y luego soltaste un suspiro—. Bien…

Salimos al patio y nos sentamos en el pasto para hablar, me sentí un poco raro ahí, pues ese lugar era como el «Lugar especial» de Camila y Yanis ya que cada noche tenían sus conversaciones nocturnas ahí.

—Le dije a mamá Sandra que quería que me cremaran al morir —te expliqué—, pero ella no está muy convencida. Luego de nuestra primera batalla contra REVENISH, esos tipos se deshicieron de todos los cadáveres, entre ellos el de César, así que no pudimos hacerle una tumba y cada año cuando llega el aniversario de su muerte, nos quedamos en casa lamentándonos no haberle dado un lugar en el que podamos darle nuestros saludos. Por ello mamá Sandra está aferrada a la idea de que, si uno de nosotros muere, se le debe hacer una tumba, por eso cuando le dije que quería que me cremaran, no le vio mucho caso ya que igual voy a estar bajo tierra.

—¿Y qué quieres que haga yo? —me preguntaste sin mirarme a los ojos, parecías calmada, pero estoy seguro de que solo te estabas conteniendo.

—Para ser sincero, soy alguien extremadamente egoísta… quiero morir antes que tú.

Por fin me miraste a los ojos—. ¿Cómo puedes decir eso? —cuestionaste dolida.

Bajé la cabeza—. Igual puede que mi deseo no sea concedido, pero si yo llegara a morir antes que tú, quiero que robes mis cenizas.

—¿Cómo que quieres que las robes?

—Sí. Y entonces reemplázalas con arena, si quieres puedes ponerle algunos huesos rotos de pollo para hacerlo más real. Entonces ponla en la caja en la que deberían estar mis cenizas, y a mí… no sé, ponme en una lata para galletas o lo que sea.

—¿En una lata para galletas? ¿Es en serio? —Me miraste con confusión, parecías no creer lo que salía de mi boca, y tenías la sensación de estar a punto de estallar en lágrimas.

El día siguiente era mi día libre, así que hice que me acompañaras a comprar una lata de galletas, luego tomamos prestado uno de los camiones de carga del supervisor y conduje hasta la playa más cercana, para cuando llegamos, ya nos habíamos acabado las galletas, así que pudimos llenar la lata con la arena de ahí.

—¿Debería comprarte flores? —me preguntaste.

—Ah, lo había olvidado. Roba algunos girasoles de campo para mí.

—Lo tengo… aunque… los girasoles no encajan con la imagen fúnebre… son demasiado brillantes.



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En el texto hay: muertes, viajes en el tiempo, super poderes

Editado: 29.10.2023

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