La ética del hacker.

El proposito de la vida

  El desplazamiento de la ética protestante no se llevará a caba de la noche a la mañana. Llevará tiempo, al igual que sucede con los grandes cambios culturales. La ética protestante se halla tan profundamente enraizada en nuestra consciencia presente que, a menudo, es pensada como si fuera la <<naturaleza humana>>, cuando, sin lugar a dudas, no lo es. (Basta para recordárnoslo con echar un breve vistazo a la actitudes preprotestantes en relación al trabajo.) Tanto la ética protestante como la hacker son, desde un punto de vista histórico, singulares.   La idea de trabajo expresada por Richard Baxter era por completo ajena a la lglesia preprotestante. Antes de la Reforma, los clérigos tendían a dedicar el tiempo a preguntas como la de <<¿hay vida después de la muerte?>>, pero ninguno de ellos se preocupaba por si después de la vida, había trabajo. El trabajo no formaba parte de los ideales supremos de la Iglesia. Dios mismo trabajó seis días, y el séptimo lo dedicó a descansar. Tal era también la meta suprema para los seres humanos:  en el Cielo, como en domingo, nadie tendría que trabajar. Paraíso sí; oficio no. Podría decirse que el Cristianismo respondía en su origen a la pregunta de <<¿cuál es el propósito de la vida?>>, afirmando que el propósito de la vida es el domingo.   Esta declaración no es sólo una ocurrencia. En el siglo V, Agustín de Hipona comparaba nuestra vida casi al pie de la letra con el viernes, el día en que, según las enseñanzas de la lglesia, Adán y Eva pecaron, y Cristo sufrió martirio en la cruz (23). Agustín escribió que en el Cielo encontraremos un domingo eterno, el día en que Dios descansó y Cristo ascendió al Cielo: <<Será ciertamente el sabbat por excelencia; el sabbat en que no anochece>>. La vida parece, a la luz de sus textos, una larga espera del fin de semana.   Dado que los Padres de la Iglesia consideraban el trabajo una mera consecuencia de la pérdida de la gracia, pusieron especial cuidado conceptual en distinguir las actividades que Adán y Eva llevaban a cabo en el paraíso. Fuera lo que fuese lo que allí hacían, en ningún caso podía considerarse trabajo. Agustín hace hincapié en que, en el Edén, <<el trabajo digno de elogio no es esfuerzo>>, tan  sólo una afición agradable.(24) Los hombres de la iglesia anterior al protestantismo entendieron el trabajo, el <<duro esfuerzo>>, como un castigo. En la literatura de los iluminados medievales, en la que se habla de las imágenes del Infierno que tienen los eclesiásticos, las herramientas de trabajo ponen de manifiesto toda su auténtica naturaleza de instrumentos de tortura: los pecadores aparecen castigados con martillos y otros
 



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En el texto hay: videojuegos, hacker, drama

Editado: 12.05.2020

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