Nadie se zafa de las consecuencias de esta optimización del tiempo. El modo en que la información económica se presenta constituye un buen indicador cultural de cómo el tiempo tiene un ritmo de pulsación aún más intenso para nosotros. La música de fondo que utiliza la CNBC para dar las noticias económicas llega a ser más frenética que la de la MTV, y en la rapidez de sus imágenes llega
incluso a sobrepasar los videos musicales. Aún sin comprender ninguno de los contenidos reales de las noticias, el espectador recibe el mensaje de que hay motivos más que justificados para apresurarse. Asimismo, sin entender el significado de las noticias, uno se da cuenta de que es esta veloz economía, a la que se dedican programas de formato idéntico a los meteorológicos, la que regula el ritmo de nuestros actos. Tanto en unos como en otros, se nos informa de las <<condiciones del tiempo>>, a las que sólo hemos de ajustarnos: sol en Nueva York con unos agradables +8O NASDAQ, tifón y aviso de beneficios en Tokio...