La ética del dinero
Tal como hemos visto, la ética hacker ,implica una ética del trabajo que desafía a la ética protestante vigente. Lo cierto es que no resulta muy difícil estar de acuerdo con buena parte del desafío hacker en cuanto a lo que al trabajo se refiere; de hecho, pese a que la ética protestante del trabajo aún ejerce una fuerte influencia en la economía de la información, la ética hacker del trabajo parece estar extendiéndose lentamente desde los programadores informáticos al grupo más amplio formado por los profesionales de la información. Pero, si abordamos el segundo nivel del concepto de ética protestante elaborado por Weber, es decir, la ética del dinero, nuestra relación con el dinero, las reacciones pasan a ser mucho más controvertidas. Al referirse a esta dimensión del espíritu del viejo capitalismo, la ética protestante del dinero, Weber afirmaba que el <<summum bonum de esta ética>>, su bien supremo, consiste en <<ganar más y más dinero>>. (1) En la ética protestante tanto el trabajo como el dinero son considerados fines en sí mismos. La <<novedad>> de la <<nueva economía>> no consiste en rechazar la antigua meta de hacer dinero. A decir verdad, vivimos en la época más claramente capitalista de la historia, un pequeño símbolo de la cual es el hecho de que el tradicional contrapeso del espíritu capitalista, el antimercantil domingo, se percibe como algo tan extraño a nosotros que deseamos eliminar lo que queda del obligado cierre dominical y convertir el domingo en otro viernes. El cambio de nuestra relación con el domingo es también un indicio de un cambio importante de la ética protestante en la nueva economía: el domingo, en su significado de ocio, constituye sobre todo un espacio de consumo. El frugal puritano del siglo XVII del que habla Weber ha sido sustituido por el consumidor omnívoro del siglo XX, que sólo se mueve por el impulso de la búsqueda irrefrenable de gratificación. Esto significa que el conflicto central de la ética protestante se halla resuelto de un modo nuevo. El conflicto surgió de la simultaneidad de la demanda de trabajo que estimula la prosperidad, y la exigencia de considerar un deber cualquier tipo de trabajo. Pero si una persona realmente considera el trabajo el valor supremo, no debe preocuparse de maximizar sus ingresos. Y si una persona considera el dinero su meta suprema, el trabajo deja de ser un valor en sí para convertirse en un mero medio. En el viejo capitalismo, este conflicto se resolvía colocando el trabajo por encima del dinero
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