Ken Kanata cerró la proyección con un gesto seco. En la habitación, solo quedaba el leve zumbido de los servidores y el parpadeo intermitente de luces en los módulos de análisis genético.
Ken Kanata: La criatura fue divisada por un satélite de reconocimiento térmico hace 36 horas. Pero lo más inquietante no es su firma biológica… es el rastro que dejó.
Con otro gesto, activó un mapa en relieve de la región amazónica. Una línea rojiza marcaba un trayecto inverosímil: más de 90 kilómetros recorridos en apenas tres horas, atravesando terreno denso, pantanoso y virgen.
Río Kimura: ¿Estás diciendo que…?
Ken Kanata: No solo se mueve como una sombra, Río. Parece saber exactamente qué evitar: patrullas, drones, sensores de movimiento, incluso radares de penetración terrestre. Es como si entendiera nuestra tecnología.
Río Kimura bajó la mirada, mordiéndose el labio. Las implicancias eran demasiado grandes. No se trataba de un animal mutante ni de una colonia en transición biológica. Esto era algo más: inteligencia estratégica. Capacidad de anticipación. Posiblemente… consciencia.
Río Kimura: ¿Y qué quieren que hagamos?
Ken Kanata: Nos están pidiendo que encabecemos una misión de reconocimiento y contacto. Seremos los primeros en acercarnos al espécimen. Si logramos establecer comunicación, quizás entendamos su propósito… o al menos descubramos si representa una amenaza inmediata.
Río Kimura: ¿Nosotros dos solos?
Ken Kanata: Nos acompañará un pequeño equipo de élite, pero los ojos del mundo estarán sobre nosotros. Japón, la ONU, incluso agencias privadas que no te puedo mencionar… Todos quieren saber qué hay en esa selva antes de que alguien dispare primero.
Río Kimura: ¿Y qué pasa si ya lo hicieron? ¿Qué pasa si ese ser no quiere hablar?
Ken Kanata hizo una pausa, como sopesando un peso invisible en el aire.
Ken Kanata: Entonces, Río… el mundo cambiará. De una forma que ninguno de nosotros está preparado para enfrentar.
Río se quedó en silencio. Luego, sin decir más, se giró, caminó hasta su casillero y comenzó a empacar su equipo personal. Gafas de visión espectral, módulos de análisis de campo, una pequeña computadora cuántica portátil. Todo lo esencial. Mientras lo hacía, su expresión era la de alguien que, por primera vez, dejaba de jugar con la ciencia… para empezar a convivir con el futuro.
Río Kimura: Entonces vamos. Si la historia va a cambiar, quiero estar ahí cuando pase.
#1826 en Fantasía
#955 en Personajes sobrenaturales
#786 en Thriller
#354 en Misterio
Editado: 11.05.2025