LA EXPEDICIÓN
Por Cris Aleth Duncan
Capítulo I
Alberto entró silbando a la habitación al tiempo que se quitaba la corbata tirándola sobre una silla. Se sorprendió un poco al encontrar a su esposa, en la penumbra y como ensimismada en el techo blanco de la habitación, cubierta de un hermoso papel de flores menuditas, lo cual daba una sensación de bienestar al ambiente.
-Amalia, ¡qué te ocurre? Creía que estabas abajo con las niñitas.-
Amalia dejó escapar un fuerte suspiro antes de responder.
-! Las niñitas!!Qué ironía! Amalita, cumplió diez y siete años, Corina diez y seis y Laura pronto cumplirá catorce.-
Alberto dejó los zapatos en medio de la habitación, la chaqueta en la silla y las medias al pie de la cama, todo eso antes de dejarse caer al lado de su mujer, quien lo observaba distraída, pero recriminando mentalmente a Alberto por el eterno desorden, con que signaba cada día su entrada a la habitación.
-Y que importa que crezcan, para eso las tuvimos, amor para verlas crecer, además a mis cuarenta y dos años recién cumplidos, me siento igual de joven que cuando nos casamos y te sigo queriendo igual que siempre.
Un beso en la nariz de su mujer rubricó las palabras.
-Ese precisamente es el problema, querernos.
-! Amalia!
-Alberto se sentó en la cama y la miró enojado, pero el enojo desapareció como por encanto, cuando vio los ojos anegados en lágrimas de su mujer. Cariñosamente le pasó un brazo por los hombros y la recostó a su costado.
-Amor. ¡Qué te ocurre? ¡Porqué lloras?
Los sollozos de Amalia se hicieron más fuertes. Y Alberto sin entender el porqué, se sentía incapaz de contenerlos.
-Amalia, por favor .¡Qué te ha pasado? Dímelo de una vez.-
Sentado de nuevo en el borde del mullido colchón sostenía a su mujer por los hombros y nada lo preparó para la explosión femenina.
-! Estoy en estado! Eso, es lo que me pasa.
Alberto la miró fijamente, atónito en realidad, sin comprender del todo.
-¡En estado...! ¿Pero, como?
La absurda pregunta del marido, provocó una sonrisa en Amalia, quien limpiándose las lágrimas con el dorso de la mano le respondió.-
-Cielos, Alberto! ¿Cómo lo preguntas? Como lo hemos hecho siempre, amándonos, entregándonos el uno al otro.
Aún sin salir de su asombro, Alberto esbozo una leve sonrisa.
-¿Es cierto Amalia? ¿Estás segura?
-Todo lo segura que se puede estar, al regresar del médico y ver el resultado de los exámenes
-¿Se lo has dicho a las niñas?
Amalia comenzó de nuevo a llorar y entre lágrimas se explico.
-Ese es precisamente el problema, por eso estoy así. ¿Cómo decirles a tres mujeres hechas y derechas que van a tener una hermanita?
! Hermanito! Amalia, este será varón. Estoy seguro Amalia este será varón, todo lo indica su arribo inesperado.
Corina apagó el grabador y la música flamenca cesó. Amalita cerró el libro que leía y se estiró perezosamente en la butaca, el estar de la niñitas como lo llamaban, lucía siempre impecable salvo la zona de Laura, que rebosaba de lápices y papeles de dibujo. Así como de los suplementos que devoraba semanalmente.
-Amalita, ¿Qué le pasa a mamá? No te fijaste que cuando llegó, pasó de largo sin saludarnos y se encerró en el cuarto. ! Es extraño! ¿No te parece?
Las hermanas mayores se miraron y fue Laura quien desde el diván donde leía una revista contestó.
-Lo que ocurre es, que está en estado.
Tal vez el estallido de una bomba hubiese sido menos impresionante que la explicación de Laura. Corrieron al lado de la hermana menor y casi se abalanzaron sobre ella, preguntando a la vez.
-¿En estado? ¿Qué dices?
-¿Cómo lo sabes?
Laura sonrió impávida, luego dejando la revista a un lado se sentó.
-No fue una gran investigación, en realidad. La escuche pedir cita con el ginecólogo luego de revisar repetidas veces el calendario. Recuerden que ella siempre lo visita a principio de año y la cita fue hoy...Cuando regresó estaba...no sé decirles si triste, molesta o deprimida. Tal vez tenía una combinación de las tres cosas, luego pensé en nuestras edades. Era muy fácil deducirlo. ¿No les parece?
Editado: 25.09.2019