La Experiencia

Recuperando Lazos de Familia

A partir de ahí nuestras vidas llevaron un curso a la tranquilidad a la reconstrucción de nuestras vidas. Una semana luego de la mudanza, salí con Luz por la tarde a dar un paseo, cuando sin querer tropecé con una pareja por ir enseñándole a mi hija un lindo cuadro que un joven estaba pintando en el patio de su casa, era un precioso paisaje de verdes colinas, un valle con un pequeño poblado, con un precioso cielo azul, todo muy bonito.

- ¡Oh! Discúlpenme –dije apenada.

- No se preocupe –respondió un varón de unos 33 años de edad con un pequeño de 3 años en brazos.

Pude observar que al hablar la mujer que estaba de espaldas casi brincó al oír mi voz lo que me intrigó, era alta, delgada, cabello largo color castaño oscuro. Lo más curioso era que por algún motivo no se dignaba a voltear, pensé que quizás se había disgustado mucho por el incidente.

- En serio discúlpenme, yo tuve la culpa por ir distraída –repetí una vez más.

- No hay problema… ¿verdad cariño? –se refirió a la que supuse su esposa.

Con nervios vi que se volteaba con suavidad y al ver su rostro lágrimas inevitables brotaron de mis ojos al igual sucedía con ella. Sin pronunciar palabras nos abrazamos en un mar de llanto dejando al marido perplejo al igual que mi hija. Mi alegría no la podía contener, después de tanto tiempo sin verle.

- ¿Cómo has estado? –me preguntó.

- Bien ¿y tú Clara? –era mi hermana que no había vuelto a ver desde que me fui de casa de mis padres.

- Bien… ¿Qué te habías echo?... después de lo ocurrido para la promoción de bachillerato te fui a buscar, pero no estabas. Había querido antes, pero el trabajo y los estudios… no me dejaron –la vi cabizbaja– sé que eso no lo justifica, pero… no sabía dónde más buscarte.

- A la promoción no quise ir… estaba en la casa de mi suegra –me quedé un segundo en silencio, no creía que fuese necesario agregar algo más de entonces– y mis papás ¿cómo están?... ¿Y David?

- Bien, casi igual que siempre, pero más viejitos. David se casó con Perla que era de esperarse, vive a 10 cuadras de aquí.

- ¿De veras?

- Sí… –hizo una pausa– ¡Ah! Antes de todo, déjame presentarte. Él es mi esposo Martín Zapata y mi hijo Miguel.

- Un gusto –dijo Martín extendiendo la mano.

- Ella es mi hermana Valeria.

- El gustó es mío –dije aceptando el apretón de manos muy sonriente– hola lindura, que hermoso eres –expresé a mi sobrino acariciándole las mejillas.

- Bien… ella es mi hija Luz.

- Hola –soltó Luz.

- Ella es Clara tu tía, el Martín tu tío también porque es el esposo de mí hermana y tu primo Miguel.

Ambos abrazaron y besaron a Luz. Para mi hija era nuevo tener tíos y primo, les hacía miles de preguntas, quería cargar a Miguel, pero no le dejaron porque se le podía caer.

- Además tienes dos tíos más y dos primos –señaló Clara.

- ¿Dos? –interrogué.

- Sí, David tiene un niño de 5 años y una bebé de 8 meses.

Nos invitaron a pasar un momento con ellos, estábamos frente a su casa cuando nos lo pidieron, obviamente acepté. No podía concebir que Clara, David y yo viviéramos tan cerca, solo mis padres estaban lejos, junto a ellos la pasamos de maravilla. El suceso lo compartí con mi esposo que se alegró mucho por la felicidad que sentía se me salía de cada poro. Pocos días después llegó Clara a visitarnos, unos días posteriormente arribó de nuevo, pero esta vez con David, su esposa y mis sobrinos, todo era tan bueno.

Tres meses más tarde me animé para ir a ver a mis padres, aunque lo hice sola, ellos me recibieron con lágrimas en los ojos; todos los acontecimientos malos llenos de errores quedaron en el pasado, logré reafirmar nuevamente esos lazos con mi familia. La felicidad no me cabía en el pecho, mis padres llegaron a mi hogar a las tres semanas de haberles visitado, también mis hermanos estaban ahí, Luz también estaba feliz de conocer a sus abuelos, ese día fue inolvidables y uno de los más felices de mi existencia. Sin embargo, en un momento me di cuenta que la alegría no era completa, pues mi persona estaba feliz con todos los míos, pero no me pasó desapercibido la tristeza casi fugas de Sebastián, yo conocía el porqué, él deseaba que su madre también estuviese ahí, era entendible, pues a pesar de todo lo que pasamos era su mamá, la que lo crio, la que le dio amor en su tiempo de niñez, y aunque sé que no lo hizo de una buena forma y se equivocó, nosotras las madres deseamos lo mejor para nuestros hijos. Lo peor de todo que a pesar del tiempo su rencor no había disminuido.

 

 

 

Pasaron 2 años y por fin se le hizo realidad el deseo a Sebastián, su madre se dio por vencida, pues quizás los años empiezan a pasar y llega el momento donde todos nos tomamos un momento para meditar dándonos cuentas de lo malo que hemos hecho, pienso que eso pasó con ella. El punto es que en una de tantas solo abrazó a su hijo, ese abrazó que él esperaba durante mucho tiempo, pues yo sabía que en su interior eso estaba ahí atormentándolo, pensando en que de alguna forma decepcionó a esa persona que ocupaba un lugar muy importante de su vida. Fue un cuadro muy bonito ver a ambos abrazos llorando y pidiendo perdón, sé que no pasé buenos momentos con ella en nuestros inicios de relación con él, pero amaba y amo a mi esposo, sé lo que a él le duele y me lastima a mí también lo que a él le afecta, además sea como sea, no puedo negar el papel fundamental que juega una madres, es decir, yo soy madre y también hija, sé que a pesar de todo a mis padres los sigo amando, igualmente a él, Sebastián necesitaba a su madre con él, saber que lo perdonó por defraudarla quizás con las expectativas que tenía de él, lo necesitaba para alcanzar la plenitud y eso era muy importante para mí, así que el pasado ya no importa.




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